En su intervención en las jornadas sobre la Reconquista, organizadas por la Universidad CEU San Pablo, el catedrático Francisco García-Fitz explicó esta semana cómo lograron los reinos cristianos salvar la distancia abismal, en medios económicos y militares, que les separaban de Al-Ándalus
Los mejores medievalistas españoles abordaron esta semana desde distintos enfoques el fenómeno de la Reconquista, un episodio cuestionado pero cuya importancia es incuestionable, en unas jornadas organizadas por el Instituto de Estudios Históricos de la Universidad CEU San Pablo y la Fundación Villacisneros. Uno de los encargados de analizar la vertiente militar del conflicto, que se suele solapar por cuestiones de índole religioso y político, fue Francisco García-Fitz, catedrático de la Universidad de Extremadura. En su intervención, desgranada para ABC Historia, este investigador explicó, a grandes rasgos, la estrategia militar que llevó a cabo León y Castilla para enfrentarse durante la Reconquista a una fuerza muy superior en medios y efectivos.
–¿Por qué se suele descuidar la vertiente militar de un conflicto así?
–Para abordar de una forma adecuada el concepto de Reconquista es necesario hacerlo desde una perspectiva militar. Y, sin embargo, no siempre se ha profundizado bastante en cuestiones estratégicas y tácticas. La monarquía castellano leonesa estableció una estrategia efectiva para, con las fuerzas militares a su disposición, alcanzar un objetivo político. Este no era otro que el desalojo del poder islámico de la península, lo que no conllevaba necesariamente también la salida de la población islámica. Para conseguir este objetivo tuvieron que adecuar los medios escasos que tenían a una estrategia a largo plazo.
–¿En qué consistió esta estrategia?
–¿En qué consistió esta estrategia?
–La estrategia cristiana partió del desgaste de los recursos económicos y también políticos y morales de los reinos musulmanes y sus configuraciones políticas. Solo desgastando previamente estas fuerzas a través de cabalgadas, incursiones y otras operaciones, sin gran coste económico, resultaba luego posible abordar operaciones de mayor envergadura como asedios, bloqueos o conquistas de territorios enemigos. Al fin y al cabo, la guerra que se planteó en la península era una lucha por un territorio determinado, que solo era posible dominar si se controlaban puntos fuertes y estratégicos: las grandes ciudades amuralladas fundamentalmente. Para conquistar ciudades así, como Córdoba o Granada, había que desgastar mucho al enemigo antes.
-¿Por qué tardaron ochocientos años en completar la Reconquista?
–Las monarquías ibéricas compartían una serie de problemas y limitaciones, comunes también con otros reinos europeos. De ahí que no haya grandes diferencias entre las estrategias de uno u otro reino. En cuanto a por qué se tardó tanto, se debe precisamente a que estas limitaciones comunes hacían inabordable una intervención directa y masiva contra los musulmanes. Se vieron obligados a adaptar su estrategia a los medios que tenían. Una ciudad como Jaén, por ejemplo, que fue conquistado en el siglo XIII sufrió dos décadas antes cabalgadas de todo tipo para desgastarla paulatina. Se necesitaba mucho tiempo para obtener presas de ese tamaño.
–¿Había una gran distancia militar entre los dos bandos?
–En los primeros siglos, sin lugar a duda había una superioridad táctica y militar importante entre cristianos y musulmanes. Hasta el tiempo de los primeros taifas se perpetuó esta superioridad, como se puede percibir en las campañas de Almanzor. Fue a partir de la conquista castellana de Toledo cuando se produjo un vuelco a la situación. La superioridad militar cambió de bando.
–¿Cuál fue el punto fuerte de los ejércitos cristianos?
–El punto fuerte de los ejércitos castellanos y leoneses es, como en todos los reinos cristianos, que se cimentan sobre sociedades militarizadas. Sociedades organizadas por y para la guerra, de tal forma que las prácticas militares no recaían sobre un grupo específico de guerreros o un grupo social como podían ser los nobles. El esfuerzo se distribuía sobre el conjunto de la sociedad y permitía una lucha continuada y constante.
–¿Sirvió la Reconquista para que los españoles entraran mejor preparados a las guerras de la Edad Moderna?
–Sí, existe un hilo conductor. Los españoles entraron con unas experiencias y unas tradiciones muy aclimatadas. Habría que estudiar más la relación entre los combatientes castellanos y leoneses que sirvieron en las guerras de Italia y en la Conquista de América con esa tradición militar desarrollado durante la Reconquista. No cabe duda de que los abuelos de muchos de ellos estuvieron en Granada y que sus bisabuelos lucharon en las guerras civiles castellanas. Esa sociedad que se había organizado para la guerra, que portaba una tradición de varios siglos, se encontró en una situación propicia para exportar determinadas prácticas y usos militares al mundo a partir del siglo XV.
«Ellos hablaban de recuperar un bien que les había sido arrebatados, lo cual no es un argumento inventado por la historiografía del siglo XIX o por el nacionalismo español»
–Una de las razones de ser de estas jornadas es el afán actual por poner en duda la idoneidad del concepto Reconquista. ¿Lo considera usted un término adecuado?
–Cuando uso este concepto, el interlocutor sabe a qué me refiero. Y eso para mí es lo fundamental. Desde mi perspectiva, es un término operativo. Un concepto que sirve para aludir a un conflicto donde había dos fuerzas enfrentadas en un espacio y en un ámbito común, que además se justificaban de una determinada manera por esos contemporáneos. Ellos hablaban de recuperar un bien que les había sido arrebatados, lo cual no es un argumento inventado por la historiografía del siglo XIX o por el nacionalismo español. Ese argumento está en las crónicas del siglo IX.
–Los críticos aluden a que se trata de un concepto moderno.
–Los críticos aciertan cuando dicen que el término en sí no existía en la época. Reconquista aparece mucho después, en un documento de un autor extranjero. Sin embargo, existía el término de restauración e incluso de conquistar. Si aceptamos el concepto de Reconquista es porque es fiel a un argumento que existía y porque resulta operativo hoy en día. Para la historiografía actual, lo problemático sería usar Restauración, que ya se aplica para una fase del siglo XIX relacionado con la vuelta de los Borbones, por lo que daríamos lugar a confusión. Los conceptos los usamos para aclarar, no para confundir, y este es operativo desde un punto de vista lingüístico.
Fuente abc