Los hombres de buena voluntad tienen ahora muchas más posibilidades que las que tuvieron en Francia, por ejemplo, en 1791 y 1793, los que combatieron con las armas a la Revolución. En esa época, el fenómeno revolucionario que sólo había sido presentido con anterioridad, no estaba completamente develado. 1789 era aún demasiado cercano para que los testimonios sobre la presencia de la Revolución se encontraran reunidos y puesto en evidencia ese complot, ya en marcha desde hacía mucho tiempo contra la sociedad, contra el hombre y contra Dios.
Si esa toma de conciencia de la Revolución -rebelión permanente contra el orden natural- cada vez es más clara para un gran número de hombres, por el contrario, la verdadera noción de la Contrarrevolución escapa aún a muchos.
Sin embargo, hace más de un siglo y medio que Joseph de Maistre (1753-1821) apelaba ya a la Contrarrevolución. Albert de Mun, en su Appel aux homes de bonnet volante, también escribía en 1876: He aquí nuestro programa: Oponer a la Declaración de los Derechos del Hombre, que ha servido de base a la Revolución, la proclamación de los Derechos de Dios, que debe ser el fundamento de la Contrarrevolución.
Los hombres, en su mayoría, se dan cuenta de que sus verdaderos derechos son indisociables del orden natural y divino. Los espíritus y los corazones de la mayoría se dirigían hacia la Contrarrevolución si estuvieran objetivamente informados y, sin embargo, esa mayoría puede comprobar que casi siempre ve que una minoría revolucionaria le impone la ley.
Descubriendo el lado que tiene la verdadera preocupación por sus intereses, los hombres también descubren, con la Contrarrevolución, la posibilidad de resistencia a la revolución y, además, la facultad de preparar de antemano una resistencia activa.
Podemos recordar los éxitos y, sobre todo, los fracasos de las insurrecciones contrarrevolucionarias para apreciar cómo habrían cambiado las situaciones totalmente si los que llevaron a cabo el buen combate, hubieran sabido o podido:
-preparar una acción de fuerza sólo como una extensión de la efectiva acción "de todos los días",
-Formar Contrarrevolucionarios, inspirar la acción "a partir de cada hombre",
-generalizar la resistencia activa en la totalidad de un país y concebir la acción contrarrevolucionaria a nivel nacional y
-poner al alcance de todos una doctrina que recuerda todos los principios a observar y que da todas las directivas para aliar la mayor eficacia con una estricta conformidad de los medios con el fin perseguido,
-en resumen, saber de antemano cómo prepararse y cómo actuar para ganar con toda seguridad.
Ahora bien, todo es posible.
El combate que efectúa la Contrarrevolución es el combate de los hombres que se han puesto del lado de Dios, contra las fuerzas del mal. El término tal vez parezca inmodesto pero, no obstante, es exacto.
Si sólo se tienen en cuenta las fuerzas materiales, la partida está humanamente comprometida. Más tarde los hombres no podrán jactarse de haber vencido. Los hombres habrán sido los testigos actuantes de la victoria de Dios.
A las fuerzas que dependen de los hombres se agrega la fuerza espiritual que viene en línea recta de las raíces sobrenaturales de la Contrarrevolución. Esta fuerza impregna toda la doctrina, inspira sus aplicaciones prácticas y, finalmente, se manifiesta en los resultados (es lo que un descreído podría llamar "el empujón providencial", que vendría para reforzar los esfuerzos humanos, con la condición de merecerlo).
Este es el origen de esa fuerza moral extraordinaria que pone tan furioso al adversario, porque nada semejante tiene para oponerle, y porque todos sus medios o procedimientos se hacen añicos contra ella.
Si se señala con alguna insistencia este aspecto de la confrontación, es con el fin de subrayar esa unidad entre la necesaria acción humana tal como pueden verla los no creyentes, y la lucha tal como aparece en el plano sobrenatural. Es el mismo combate al que están invitados todos los hombres de buena voluntad: "Los hombres de armas lucharán, Dios les dará la victoria".
Eso significa que Dios no salvará a los hombres sin ellos.
Aún si las fuerzas del mal no pueden prevalecer, eso no quiere decir que Dios tenga el compromiso de intervenir en los asuntos de los hombres en cualquier momento o en una forma particularmente conveniente.
Por el contrario, en primer lugar le concierne a los hombres la confrontación crucial entre Revolución y Contrarrevolución, y depende directamente de ellos que el acontecimiento se desenvuelva favorablemente o sea una secuencia brutal de desgarramiento y de catástrofe.
Si la Contrarrevolución posee, en lo sobrenatural, una fuerza tan grande y si, no obstante, la acción contrarrevolucionaria sólo está en el punto actual frente a la Revolución a la que vemos por todas partes tomar aspecto triunfante, probablemente sea porque los hombres no han hecho los esfuerzos que debían...
La Contrarrevolución aguarda a esos hombres.
Francia tiene una responsabilidad muy particular porque en razón de su posición geográfica, en el centro de las naciones europeas teóricamente libres, corre el riesgo de ser el pivote sobre el que se jugará la suerte del mundo. Por lo tanto debería, también, poder servir de pivote a la Contrarrevolución.
Sin embargo está retrasada con relación a ciertas naciones donde se ve desarrollarse una opinión que, aunque muy minoritaria aún, es netamente favorable a la causa contrarrevolucionaria: en Estados Unidos, Inglaterra, Bélgica y Alemania, en Brasil y en la Argentina. Pero al mismo tiempo, Vietnam, Laos y Camboya, han conocido el terror del comunismo triunfante. Chile, en setiembre de 1973, alejó por escaso margen la amenaza socialista; Grecia también ha tenido sus coletazos de tendencia contrarrevolucionaria en 1967... y Portugal, en abril de 1974, sufrió un cambio de régimen que abrió el camino al comunismo.
Son estos los ejemplos que prueban particularmente la necesidad de un vigilancia que nunca debe relajarse.
¿De qué manera saldrá Italia de su peligrosa situación? ¿Qué vuelo tomará la Revolución a partir de la plataforma africana en la que todos los Estados "liberados" padecen gobiernos revolucionarios?
¿Y Francia?
"La catástrofe que amenaza a Francia no tiene igual... Ha llegado el día en que se actúa por ser o no ser. Ningún país puede declinar su misión y, Francia con mayor razón..."
Pero todas las naciones están igualmente amenazadas y tienen necesidad una de la otra en sus acciones contra la Revolución. Para suplir los posibles desfallecimiento, cada una debe estar lista para brindar su apoyo a las otras y nadie puede saber cuáles serán, en esta confrontación mundial, las que podrán prestar el más precioso apoyo.
Existen los pueblos y sus jefes, así como existen los hombres. Aquellos que no pasen a la acción del lado de la Contrarrevolución, para estar entre los vencedores -y eventualmente sacrificarse en sus filas-, esos serán los vencidos, y entre ellos estarán todos los vendidos estúpidos, que surgirán y morirán en gran número por haber creído que con una actitud neutra era posible el compromiso entre la Revolución y el lado de Dios.