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LA RELIGIOSIDAD DE EVITA

 La religiosidad de Evita

Las convicciones religiosas de Evita, en cambio, son bastante diferentes a las de su cónyuge y han sido definidas como un "cristianismo tolstoiano". Nos hemos referido ya en un capítulo anterior a algunos rasgos de su personalidad, como su deificación y su dogmatismo político, y se trata ahora de completar esos rasgos con algunos datos biográficos y otros aspectos de sus creencias religiosas.

En cuanto a su piedad personal -aunque por tratarse de un ámbito íntimo de la personalidad no se dispone de datos ciertos-, no parece aventurado afirmar que Evita tendría una práctica religiosa más bien escasa. Julio Bastos y Hernán Benítez, señalados como sus confesores o asesores espirituales, ¿le administrarían verdaderamente el sacramento? Aunque esto no parece probable, en estos últimos tiempos, al menos, se ha determinado un pedido de confesión. El mismo Perón ha explicado su renuncia a la práctica sacramental de la penitencia.

Las relaciones de Evita con la Iglesia Católica han sido calificadas de algo confusas, y en esto presentan las mismas características que las de su cónyuge. Evita había recibido tempranamente, al igual que el mismo Perón, una primera catequesis parroquial, en su caso en la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar en Los Toldos (provincia de Bs. As.), donde nació y vivió sus primeros años. Ello constituiría todo su patrimonio doctrinal formativo, aunque no era obstáculo para que ella se considerara profesando profundas convicciones católicas.

Según refiere su hermana Herminda, durante esos primeros años asistía habitualmente a la misa dominical, y visitaba después una imagen del niño Dios. Del relato aflora una transparente religiosidad y un cristianismo vívido que cuesta reconocer en el personaje. Es decir, que en el recuento de su vida sobrevivieran, al igual que en el caso de su cónyuge, referencias que desdibujan esa imagen explicablemente idealizada que se desprende ordinariamente del testimonio de sus seguidores. Tal vez con algo de crudeza lo sintetiza una áspera semblanza de su personalidad:

"La única religión de Eva fue el peronismo, y su único dogma Perón"

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