La avaricia se entiende como el deseo desordenado de bienes materiales y la obsesión por acumular riquezas sin importar los medios o las consecuencias, ya sea para uno mismo o para los demás
La doctrina católica considera la avaricia como uno de los siete pecados capitales, es decir, uno de los pecados que llevan a otros pecados y vicios.
Enseñanza sobre la avaricia
La Iglesia enseña que la avaricia se opone a las virtudes de generosidad y caridad, ya que quien es avaro pone su confianza en las riquezas materiales en lugar de en Dios, lo cual lleva a la idolatría del dinero y el olvido de las necesidades de los demás. La avaricia también destruye la solidaridad y justicia social, provocando injusticias y desigualdades.
Documentos de la Iglesia
1. La Biblia:
Mateo 6:24: "Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se entregará al uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas".
1 Timoteo 6:10: "Porque raíz de todos los males es el amor al dinero".
Lucas 12:15: Jesús advierte: "Tengan cuidado y estén en guardia contra toda forma de avaricia; porque la vida de una persona no consiste en la abundancia de las cosas que posee".
2. Catecismo de la Iglesia Católica:
El Catecismo trata sobre la avaricia en varios puntos, explicando que este pecado está relacionado con la injusticia, la falta de caridad y el egoísmo. Se menciona explícitamente en el número 2536, donde se dice: "La codicia del bien ajeno es un pecado grave, pues engendra una violencia de origen múltiple: puede llevar a la injusticia o a la crueldad, para obtener lo deseado."
3. Encíclicas papales:
"Rerum Novarum" (1891) de León XIII: Aunque esta encíclica trata principalmente sobre la cuestión social y los derechos de los trabajadores, condena la avaricia y la acumulación injusta de riquezas a expensas de los pobres.
"Centesimus Annus" (1991) de Juan Pablo II: En este documento, el Papa Juan Pablo II reflexiona sobre los efectos destructivos de la codicia en la sociedad, especialmente en el contexto del capitalismo no regulado.
4. Doctrina social de la Iglesia:
La Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia analiza cómo la avaricia afecta la justicia social, el bien común y la distribución equitativa de los recursos. Aquí, la Iglesia promueve una economía orientada al servicio del ser humano y no al enriquecimiento sin límites.
La avaricia se condena tanto por su capacidad de desviar el corazón humano de Dios como por sus efectos devastadores en las relaciones humanas y la sociedad.