¿QUIÉN FUÉ JULIO STEVERLYNCK?
Julio Steverlynck (1896-1975) fue un empresario belga que dejó una huella profunda en la localidad de Jáuregui, cerca de Luján, provincia de Buenos Aires. Fundador de la Fábrica Textil Flandria en 1928, Steverlynck no solo revolucionó la industria textil en Argentina, sino que también se destacó por sus innovadoras y paternalistas políticas hacia sus empleados, centradas en el bienestar social y el desarrollo de la comunidad.
La Fábrica Textil Flandria
La fábrica de Flandria, especializada en la producción de tejidos de algodón, fue una de las más grandes e importantes del país durante gran parte del siglo XX. A lo largo de los años, llegó a emplear a miles de trabajadores y fue conocida por la alta calidad de sus productos, muchos de los cuales eran exportados.
Steverlynck había llegado a Argentina en 1924 y, cuatro años después, fundó su fábrica en Jáuregui, un lugar en ese entonces muy rural. Pronto, la fábrica comenzó a atraer a trabajadores de distintas partes del país, y el empresario entendió que debía proveer servicios y beneficios para ellos más allá de un simple empleo.
Políticas Laborales y Sociales de Julio Steverlynck
Steverlynck era un católico ferviente y su visión de la empresa estaba fuertemente influenciada por los principios del catolicismo social, que aboga por la justicia social y la caridad cristiana. Inspirado por la Doctrina Social de la Iglesia, adoptó un enfoque paternalista, donde veía su rol no solo como empleador, sino también como benefactor y protector de sus trabajadores.
Entre las políticas más destacadas de Julio Steverlynck hacia sus empleados y la comunidad de Jáuregui se encuentran:
1. Construcción de viviendas para los empleados: Uno de los mayores legados de Steverlynck fue la creación de viviendas dignas y asequibles para los empleados de la fábrica. Construyó barrios enteros, proporcionando casas con jardines y servicios básicos para los trabajadores, buscando crear una comunidad estable y feliz.
2. Educación y formación: Estableció una escuela técnica y otras instituciones educativas para los hijos de los trabajadores, entendiendo que la educación era clave para el progreso personal y comunitario.
3. Salud y bienestar: La fábrica contaba con un hospital propio, donde los empleados y sus familias podían recibir atención médica gratuita. También promovía el bienestar físico a través de instalaciones deportivas y recreativas, y fomentaba la participación en actividades comunitarias.
4. Club Social y Deportivo Flandria: En 1941, fundó el Club Social y Deportivo Flandria, un club de fútbol creado para el disfrute de los empleados y sus familias. El club se convirtió en una institución local de importancia, y su equipo de fútbol llegó a competir en las ligas del ascenso argentino.
5. Previsión social: Steverlynck ofrecía beneficios como seguros de vida y jubilación para sus empleados, algo que no era común en muchas empresas de la época. También implementó la jornada laboral de ocho horas, un avance para la época, asegurando un balance entre el trabajo y la vida familiar.
6. Economía local: Alrededor de la fábrica se fue generando una pequeña ciudad autosuficiente. No solo construyó viviendas, sino que también promovió el desarrollo de tiendas, cooperativas y otras infraestructuras que mejoraban la calidad de vida de los empleados.
Estilo de Gestión y Paternalismo
El estilo de gestión de Steverlynck era muy paternalista. Creía que al ofrecer beneficios sociales y buenos salarios, los empleados trabajarían mejor y serían más leales.
Declive de la Fábrica
La Fábrica Textil Flandria tuvo su auge a mediados del siglo XX, pero comenzó a enfrentar dificultades a partir de la década de 1970 debido a la competencia internacional, los cambios en las políticas económicas y la crisis general de la industria textil en Argentina. Finalmente, la fábrica cerró en los años 90, aunque el legado de Steverlynck perduró en la comunidad y en la memoria de quienes se beneficiaron de sus políticas.
Legado
Steverlynck es recordado no solo por su contribución a la industria textil, sino también por su enfoque humanitario hacia los trabajadores. La localidad de Jáuregui creció y se desarrolló en torno a la fábrica y las políticas sociales que él implementó. Su compromiso con el bienestar de los empleados lo convirtió en una figura destacada en la historia empresarial argentina, siendo un ejemplo de empresario con conciencia social, aunque su estilo paternalista también generó debates sobre la libertad y el control en la relación laboral.
El Club Flandria sigue siendo uno de los principales legados visibles de su obra, tanto en lo deportivo como en lo social.
SU ENFRENTAMIENTO CON EVA PERÓN
A pesar de que Steverlynck aplicaba excelentes políticas sociales y laborales en su fábrica de Jáuregui, estas acciones no estaban alineadas con el peronismo, sino que eran fruto de su propio enfoque paternalista y de la Doctrina Social de la Iglesia. Este hecho generó tensiones con el movimiento peronista.
El conflicto principal se dio porque Steverlynck, al ser un empresario católico que implementaba mejoras laborales y sociales antes de la llegada de Juan Domingo Perón al poder, no necesitaba someterse a las políticas del nuevo gobierno. En este contexto, se dice que Eva Perón lo visitó y le recriminó que aplicara esas medidas antes de la llegada del peronismo. Eva le habría dicho a Steverlynck algo similar a:
"No te perdono haber sido peronista antes que Perón".
Eva Perón veía a los empresarios que tomaban medidas sociales antes del peronismo con cierta desconfianza, ya que consideraba que su labor y la de Juan Domingo Perón era la que debía llevar las mejoras laborales al país, mientras que algunos empresarios lo hacían para evitar la influencia política del peronismo. Esto generó un choque de enfoques y lealtades entre las políticas paternalistas de Steverlynck y el control centralizado que Perón y Eva querían imponer sobre las relaciones laborales.
Steverlynck, siendo católico, nunca simpatizó del todo con la ideología peronista, a pesar de que compartía algunos objetivos, como la mejora de las condiciones laborales. Esto marcó un punto de tensión constante con el gobierno de Perón y, en especial, con Eva Perón, quien era la defensora principal de la lealtad al movimiento.