(1/6)La virtud de la estudiosidad (Padre Jorge Luis Hidalgo)


1. Importancia y actualidad


En estas charlas de formación para los jóvenes hablaremos en este momento de la virtud de la estudiosidad.
Este tema tiene una enorme actualidad. Un enemigo de la fe católica, Antonio Gramsci, sostenía que hay que cambiarle el sentido común a la gente, para que el comunismo tome el poder en la sociedad. Para ello, decía, hay que tomar a los intelectuales de la época. Estos intelectuales son hoy los profesores universitarios, los ideólogos de turno, y, dentro de la Iglesia, la teología predominante. Estas ideas se deslizan a las personas a través de los medios masivos de comunicación social, que actúan como repetidores del pensamiento único que buscan imponernos, y a través de los políticos, que dejan plasmados los “nuevos derechos”, como logros de una sociedad “adelantada”.
Este es el motivo más profundo que hay en la destrucción de la educación, en sus dos ámbitos: ya sea en el de formar virtudes en los educandos, pues se nos dice que ya no hay que enseñar qué está bien y qué está mal, porque todo depende de cada persona; e incluso en el ámbito de la formación de la inteligencia, pues ya no se busca la excelencia educativa, sino que se ha transformado a la educación en un lugar de contención. Por lo tanto, las escuelas son un lugar de reeducación (liberal y comunista), donde impera la dictadura del relativismo. Los únicos arcaicos son aquellos que siguen llamando verdad a la verdad y bien al bien, que siguen sosteniendo con Nuestro Señor que el sí debe ser sí, y que el no debe ser no (cf. Mt. 5, 37).
Para ello, fomentan al menos cuatro cosas:
  • Primero, una falsa educación, teniendo que hablar de todos los temas (educación sexual, seguridad vial, protección de la naturaleza, uso de la tecnología, etc.), para no profundizar en ninguno.
  • Segundo, una visión subvertida de las cosas, por la cual se somete lo espiritual a lo material, la familia a la escuela, y, en definitiva, el individuo al totalitarismo unitario que busca imponerse, como se ve claramente en el uso dado a la educación sexual, convertido ahora en eje transversal.
  • Tercero, una falsa prioridad de medios para adquirir conocimientos, dejando de lado el verdadero aprendizaje, para darle lugar a las nuevas técnicas. De este modo, ya no se hacen cálculos ni se enseñan las tablas, sino que se resuelve con la calculadora; ya no se enseñan reglas de ortografía y de sintaxis, sino que cada uno escribe como quiere; ya no hay recurso a verdaderos manuales, sino que todo se resuelve, gráficamente, en el “Rincón del vago” o en otros sitios de internet; etc.
  • Cuarto, la enseñanza de sofismas, con apariencia de verdadera ciencia. Estas falacias tienen un común denominador:
    • Se cae en un reduccionismo, donde se reduce la realidad por encubrimiento o introduciendo en ella algo falso;
    • Luego se practica una dialectización, esto es colocar una falsa oposición entre dos elementos;
    • A continuación se ejercita un emocionalismo, por el que se exacerban los sentimientos en favor de un elemento;
    • Para finalizar en una matematización de la realidad, reduciendo los hechos a estadísticas, a veces verídicas y otras tantas falsas, para poder de este modo manipular la realidad.
Este Nuevo Orden Mundial es lo que se busca con los organismos internacionales (ONU, OMS, UNESCO, etc.), lo cual termina siendo UN ASCO.
Por todo esto, es sumamente necesario que, así como la Iglesia salvó la verdadera cultura en la edad media (porque “toda verdad, sin importar quién la diga, proviene del Espíritu Santo”, como escribió el Ambrosiáster), también hoy nosotros defendamos los verdaderos conocimientos, pues todo lo que proceda de la verdad le pertenece a Cristo, que es la Verdad encarnada; a la Iglesia, “columna y fundamento de la verdad” (1 Tim. 3, 15); y al discípulo del Señor, porque debe ser de la verdad, para escuchar su voz (cf. Jn. 18, 37).
De este modo, es sumamente actual hablar de la virtud de la estudiosidad, lo cual haremos, con la gracia de Dios.