(2/6)La virtud de la estudiosidad (Padre Jorge Luis Hidalgo)


2. Definición

Santo Tomás habla de esta virtud al hablar de la templanza. La templanza es la virtud cardinal que regula los apetitos sensibles, movida por la razón iluminada por la fe.
Esta importante virtud tiene partes, como las demás virtudes cardinales. Estas partes son llamadas integrales, subjetivas y potenciales. Las partes integrales componen una virtud, que en este caso son la vergüenza y la honestidad. Las partes subjetivas son especies de la misma virtud, según la materia a la cual se refieran. En caso de la templanza, tenemos la abstinencia, la sobriedad y la castidad. Por último, las partes potenciales realizan análogamente, en más o en menos, el concepto de la virtud en cuestión, pues se refieren a materias o actos secundarios. En este caso, tenemos la continencia, la clemencia y la modestia.
Santo Tomás nos dice que la estudiosidad es parte de la modestia. Esta virtud inclina al hombre a comportarse en los movimientos internos y externos y en el aparato exterior dentro de los justos límites que corresponden a su estado, ingenio y fortuna. La modestia se concreta en la humildad, la estudiosidad y la modestia corporal y en el ornato.
La palabra estudiosidad viene del latín studium, que expresa la aplicación intensa de la mente a algo. Nosotros usamos esta acepción en el uso corriente cuando decimos que tal persona es “aplicada al estudio”.
La estudiosidad es, entonces, la virtud que tiene por objeto moderar, según las reglas de la recta razón, el apetito o deseo de saber. Como dice Aristóteles: “Todos los hombres por naturaleza desean saber”, y, por lo tanto, hay una tendencia natural del alma a querer conocer las cosas, a descubrir su esencia, a poseer la verdad. Pero como el conocimiento intelectual nuestro no es inmediato, sino que conocemos a través de un proceso antropológico llamado abstracción, por el cual separamos lo inteligible de lo material, por esto el aprender a veces se transforma en un acto arduo. Por esto dice el Angélico que la virtud se encuadra en la templanza, por dirigirse ante todo a refrenar el deseo inmoderado de conocer, pero toma su nombre en estimular con vehemencia el acto de aprender. De este modo, la estudiosidad regula el fin y los medios del estudio: el fin, porque busca que evitemos falacias y atajos; y los medios adecuados, para que evitemos tanto la pereza como una búsqueda desmedida.