Para imponerse, la "comunidad organizada" necesita manipular la educación
Simultáneamente, las señales de adhesión hacia la pareja gobernante crecían, en todos los órdenes, traducidas en donaciones de dinero, regalos de variada índole, o meros mensajes y dedicatorias de triunfos en cualquier actividad. Demostración visible de la adulación la daban la imposición de sus nombres a lugares públicos de relevancia: llevaron el del Presidente Perón la Provincia del Chaco (para cuyo escudo fue adoptado el del Partido oficialista) y la antigua estación ferroviaria de Retiro, cabecera del sistema argentino; el de Eva Perón, la Provincia de La Pampa y la ciudad de La Plata, capital de la de Buenos Aires; y pueblos y calles y monumentos y placas de homenaje. La estación de subterráneo "Facultad de Medicina" pasó a llamarse "Justicialismo"; el patio cubierto de la Facultad de Derecho de Buenos Aires, "17 de octubre", al igual que un crucero de la Marina de Guerra...los casos son innumerables.
La línea de acción nacionalsocialista se afirmaba en todos los órdenes, pues la política oficial no se limitó a valores materiales. El sistema peronista comprendió que a la par de recursos propagandísticos, debía atender a la educación que moldea las conciencias en crecimiento:
Nos reservamos el derecho de que la niñez argentina aprenda a amar a la Patria y a Perón desde su cuna.
Esta frase de la esposa del primer magistrado impulsó a introducir desde la escuela primaria la captación buscada: los textos de lectura infantiles incluyeron novedosas técnicas de aprendizaje, al estilo de las que se reproducen seguidamente:
Vi a Eva - ave - uva - viva
Perón - Pe / rón - P / e / r / ó / n - Sara y su esposo son peronistas.
Amo a Evita.
Todos trabajan - Dios mandó a trabajar - Perón trabaja.
Evita, el hada buena - pensionó a los viejos, a los inválidos.
Veo a Eva - Ella es linda - ama a los niños.
Los textos primarios se titulaban "La Argentina de Perón" (libro para cuarto grado, editorial Luis Lasserre S.R.L.), o mostraban en la tapa los rostros del Jefe de Estado y su consorte entre rayos luminosos, con la silueta de la Secretaría de Trabajo y Previsión, bajo el rótulo "Mensaje de Luz".
Por ley 14.126 del 22 de junio de 1952 se ordenó hacer conocer a todos los establecimientos de enseñanza - desde primaria hasta superior, incluyendo normal, técnica y especial - el libro "La razón de mi vida", que se publicó como de la autoría de Eva Duarte de Perón. De primero a cuarto grado sería comentado por los maestros, y de quinto a sexto de nivel primario era de estudio obligatorio; en cuanto a los institutos educacionales de idioma extranjero, debían realizarse versiones de la obra. En la enseñanza universitaria se implantarían "los propósitos que la informan", y se concederían becas para las mejores glosas o composiciones "sobre el contenido popular del libro y sobre su ilustre autora".
La Universidad no escapó al celo del régimen. Allí sería obligatorio asistir a un curso sobre "doctrina nacional", basadas en conceptos del Presidente de la República, antes de graduarse en las Facultades. En la de Derecho, como muestra de repudio, los estudiantes del último curso se apiñaban al fondo del aula, dejando un ostensible claro en los bancos con respecto al profesor encargado de dictar dicho adoctrinamiento.