Las canonizaciones populares
En los últimos años se ha prestado creciente atención a una categoría teológico-pastoral llamada
"religiosidad popular"
La expresión designa la forma que tienen amplias franjas de la población, particularmente en los estratos medios y bajos, de entender, y consiguientemente de vivir, el mensaje cristiano.
Es la religiosidad del pueblo humilde -en términos políticos, la clase trabajadora- . La existencia de este tipo de religiosidad denuncia una inmadurez en la fe, en cuanto expresa una cierta incapacidad de asumir en la vida cotidiana, individual y colectivamente, los contenidos propios del mensaje cristiano. Se trata de personas que han recibido el bautismo y creen las verdades básicas del cristianismo, pero carecen de una participación en los medios de salvación insituidos por Jesucristo, básicamente los sacramentos. En la raíz de esta actitud se encuentra una insuficiencia en la formación doctrinal, reducidad casi siempre a la primera catequesis, de la cual subsisten sólo algunas verdades fundamentales de la fe cristiana.
Pero aun teniendo en cuenta ciertos componentes que en ella apuntarían a un comportamiento mágico, sin duda se encuentran en este tipo de sensibilidad religiosa algunas auténticas vivencias de lo sacro, que -depuradas de aquellas imperfecciones- revelan una fe valiosa y muy rica en expresiones de hondo contenido humano y divino.
Puede hablarse entonces de un legítimo reconocimiento institucional de la religiosidad popular, que se expresa primordialmente en los santuarios, generalmente marianos, también mediante promesas y el recurso a las bendiciones y al agua bendita. Es característica de la religiosidad popular la utilización de una amplia iconografía: estampas, medallas e imágenes, e incluso objetos muy variados de significación puramente mágica encarnan este protagonismo.
(A criterio de N.C.N.G.N.P. el autor, Roberto Bosca, equivoca totalmente su análisis sobre la divisa "Religión o Muerte" y "Dios y Patria, o Muerte", que lo incluimos en la nota para no alterar el texto original)
P.1.: Un ejemplo de religiosidad popular en una perspectiva política lo constituye la divisa Religión o Muerte acuñada por los caudillos campesinos del interior de las provincias argentinas durante el siglo pasado. Claramente estamos aquí ante una expresa instrumentación política de lo religioso, unidos ambos ámbitos en una trama inextricable que revela ocasionalmente un cierto sesgo fundamentalista.
P.2.: Un siglo más tarde, el grupo guerrillero peronista Montoneros, de ideología socialista y nacionalista, adoptó como divisa un lema similar: Perón o muerte. De igual modo, y en el punto opuesto del espectro ideológico, el militar fundamentalista Mohamed Seineldín finalizaría una de sus proclamas con el grito de guerra: Dios, Patria o Muerte.
A menudo la religiosidad popular alberga elementos de carácter supersticioso, ajenos a la Doctrina de la Iglesia Católica, constituyendo en ocasiones un verdadero sincretismo donde conviven San Cayetano y la difunta Correa.
También se encuentran antecedentes de este tipo de cultos populares en personajes de la vida pública. Los napoleonowi, impresionados por la fuerza de la Revolución Francesa y por el poder de Napoleón, veían en éste último Cristo y rendían culto a sus imágenes. Los niños franceses -como los alemanes durante el nazismo y los peronistas- recitarían oraciones por la autoridad política sacralizada con la dignidad de la divinidad.
¿Cuáles son nuestros deberes hacia Napoleón? Nosotros le debemos el amor, el respeto, la obediencia, la felicidad. Plegarias fervientes por su bienestar... Dios, al colmar a nuestro Emperador de dones, lo ha hecho a su semejanza.
(A criterio de N.C.N.G.N.P. el autor, Roberto Bosca, equivoca totalmente su análisis sobre la divisa "Religión o Muerte" y "Dios y Patria, o Muerte", que lo incluimos en la nota para no alterar el texto original)
P.1.: Un ejemplo de religiosidad popular en una perspectiva política lo constituye la divisa Religión o Muerte acuñada por los caudillos campesinos del interior de las provincias argentinas durante el siglo pasado. Claramente estamos aquí ante una expresa instrumentación política de lo religioso, unidos ambos ámbitos en una trama inextricable que revela ocasionalmente un cierto sesgo fundamentalista.
P.2.: Un siglo más tarde, el grupo guerrillero peronista Montoneros, de ideología socialista y nacionalista, adoptó como divisa un lema similar: Perón o muerte. De igual modo, y en el punto opuesto del espectro ideológico, el militar fundamentalista Mohamed Seineldín finalizaría una de sus proclamas con el grito de guerra: Dios, Patria o Muerte.
A menudo la religiosidad popular alberga elementos de carácter supersticioso, ajenos a la Doctrina de la Iglesia Católica, constituyendo en ocasiones un verdadero sincretismo donde conviven San Cayetano y la difunta Correa.
También se encuentran antecedentes de este tipo de cultos populares en personajes de la vida pública. Los napoleonowi, impresionados por la fuerza de la Revolución Francesa y por el poder de Napoleón, veían en éste último Cristo y rendían culto a sus imágenes. Los niños franceses -como los alemanes durante el nazismo y los peronistas- recitarían oraciones por la autoridad política sacralizada con la dignidad de la divinidad.
¿Cuáles son nuestros deberes hacia Napoleón? Nosotros le debemos el amor, el respeto, la obediencia, la felicidad. Plegarias fervientes por su bienestar... Dios, al colmar a nuestro Emperador de dones, lo ha hecho a su semejanza.