Si se conoce meridianamente como funcionan las sectas, particularmente las satánicas, el cruento asesinato del sacerdote Faustino Gazziero no debería extrañarnos, pues este tipo de actos no es más que el lógico resultado de los principios que inspiran a estos grupos. Recordemos, por ejemplo, los horrorosos crímenes ordenados por Charles Manson (entre ellos el de la actriz Sharon Tate), quien se creía la encarnación de Jesús y el demonio al mismo tiempo; o los asesinatos perpetrados por Shoko Ashara líder de la secta “Verdad Suprema”, quien mató a 12 personas e intoxicó a más de 5000. Como olvidar los trágicos sucesos de Guyana en donde a instancias del Gurú Jim Jones, líder de “El Templo del Pueblo” se suicidaron 600 personas o Waco (EEUU) donde murieron quemados 87 seguidores de David Koresh. Y la lista podría continuar.
NEW AGE: EL ODIO A DIOS Y A SU IGLESIA COMO RAÍZ DE LOS MALES ACTUALES (15)
EL DESPRECIO POR LA VIDA O LA IRRUPCIÓN DE LAS SECTAS SATÁNICAS
Con esto queremos decir, que la muerte o el desprecio por la vida pertenecen a la naturaleza de estos de grupos. Dentro de las prácticas satánicas destacan la necrofilia, la violencia física contra menores, los sacrificios animales y a veces humanos, incluso llegan a sacrificar niños (generalmente comprados a gitanos, con la promesa de darlos en adopción, evitando, de este modo, que les sigan el rastro). Si bien es cierto, no todas las sectas muestran el mismo nivel de virulencia y/o destrucción, prácticas como el abuso sexual y corrupción de menores, privación de libertad y secuestros, asesinatos por encargo, suicidios, automutilaciones, y consumo de drogas son comunes a la mayoría de ellas. El mesianismo implícito o explicito los lleva a convertirse en dueños de la vida o de la muerte, instando a sus miembros al suicidio o asesinato, como un acto redentor.
La post-modernidad ha sido un excelente caldo de cultivo para la irrupción de muchas sectas, particularmente las satánicas (y nuestro país no es la excepción), pues estas se nutren de la crisis de los principios morales y religiosos, de la desesperanza, de la falta de sentido, de la soledad y el vacío existencial que experimentan tantos hombres en la actualidad. Frente a las grandes interrogantes existenciales, les ofrecen a los cientos y miles de atribulados hombres (especialmente jóvenes), soluciones simples y “liberadoras”. Con otras palabras, prometen la salvación de sus almas.
Calcular la cantidad de sectas existentes en el mundo es prácticamente imposible, pues muchas se mantienen ocultas. Se cuentan por miles y se expanden por los cinco continentes. Generalmente se les conoce una vez que han realizado alguna acción pública como suicidios colectivos o asesinatos. En muchos países, sin embargo, actúan abiertamente, es decir, son permitidas por la ley, como en Estados Unidos la “Iglesia de Satán” fundada en 1966 por Antón Szandor La Vey, quien además editó en 1969 la Biblia Satánica. Digna de mención es también la autodenominada “Iglesia de la Eutanasia”, fundada en 1992 por Chris Korda. Esta “iglesia” promueve el suicidio, el aborto, el canibalismo y la sodomía. En su página Web se lee: “Salva el planeta, asesínate”; “come personas, no animales”; “gracias por no procrear”; “enseña la masturbación”. Todo esto destinado, según su líder a la salvación del planeta. Korda, un travestí, mezcla de cantante y “sumo sacerdote” quien declara que su iglesia es “una fundación educativa dedicada a restaurar el equilibrio entre los humanos y el resto de las especies de la tierra a través de una reducción voluntaria de la población”, organizó una campaña destinada a lograr que antes del año 2000 se hubieren suicidado 1000 personas. Este honor le correspondió a Eric Atkinson quien ese año se tiró del puente de San Francisco. También implementaron en 1994 (no son los únicos) un servicio telefónico llamado “Suicide Assistance Hotline”, donde la gente recibe todo tipo de consejos de cómo suicidarse al estilo de algún famoso. Se les otorga, además, apoyo psicológico, para que tenga el valor de quitarse la vida. Fieles a los mandamientos “no procrearas” y el “sexo sólo se practica por placer y, si es necesario, se utiliza el aborto”, promueven campañas en esta dirección. En la misma línea se encuentra el “Movimiento por la Extinción Voluntaria de la Humanidad”, quienes también declaran que su única preocupación es la salvación del planeta. Por ello afirman que “la única esperanza contra la extinción de millones de especies animales y vegetales es la extinción voluntaria de una sola especie: El Homo Sapiens, nosotros”.
Alguien nos podría decir, que mentes enfermizas han existido siempre, y que estas sectas sólo son muestras aisladas de ello. Lamentablemente, la experiencia muestra lo contrario. Ellas cuentan con muchos más seguidores de los que se cree. El éxito de ventas del ya famoso manual del suicidio titulado “Final Exit”, escrito por D. Humphry avala lo afirmado.
Si hemos rechazado el sentido de la trascendencia, sumergiéndonos en el materialismo o refugiándonos en la vacuidad del carpe diem, no nos extrañemos y/o lamentemos, entonces, que surjan muchos “Rodrigo Orias”, que atrapados en el sin sentido de la vida piensen como el finlandés Pentti Linkola que “otra guerra mundial sería una ocasión feliz para el planeta”. Y que “si hubiera un botón para apretar me sacrificaría a mi mismo sin titubear si eso quiere decir que millones morirían”. Huelgan los comentarios.
PARA COMERTE MEJOR
Estudió teoría musical y tocó en varios grupos de jazz. Tiene dos discos editados y vino a presentarlos la semana pasada al Morocco. Pero Chris Korda dice que odia tanto la cultura rave como el machismo del rock y la impericia del punk. Y que sólo hace música electrónica para mantener su Iglesia de la Eutanasia, que predica la ingesta de carne humana como método de salvación planetario.
En 1991, Chris Korda se fue a Provincetown, una suerte de refugio gay de Boston. Había decidido vivir como travesti, después de romper con su familia y la mayoría de sus amigos, que no quisieron aceptar el cambio. Decidió trabajar como drag-queen: “Fue muy difícil, es un mundo muy competitivo. Las que sobreviven en ese mundo tienen muy pocas opciones: prostituirse o vender drogas. Es una vida dura, y no me recibieron bien. Sabían que no era una chica callejera. Me consideraban una diletante”. Chris había abandonado también su trabajo como profesora de guitarra, y un empleo en programación de computadoras. Cuando se sentía demasiado sola, manejaba hasta la playa y, entre las dunas, rezaba por una visión, como los místicos. La visión llegó, pero no fue lo que ella esperaba. Llegó como un slogan que decía: “Salva al planeta. Mátate”.
SANTA TRAVESTI Chris Korda estuvo la semana pasada en el Morocco, donde su actuación fue promocionada como la de una DJ. “Pero no lo soy”, se ríe, “nunca lo fui. Lo que hago es música electrónica”. En la disco porteña, Chris Korda se limitó a pararse tras sus máquinas, mascullar algunas consignas por el micrófono, y moverse con un minimalista vestido negro de breteles. Para ser una mujer que enarbola un discurso tan extremo, su look y actitud son de un conservadurismo pasmoso. Chris Korda no viste cuero, ni atuendos fetichistas, ni siquiera gusta del maquillaje exagerado o los tacos vertiginosos. No es exuberante: sus formas son decididamente andróginas, apenas curvilíneas. En la entrevista, lleva un solero azul con florecitas blancas que puede ser el de una secretaria ejecutiva en un día de verano, y cuida que su corte carré esté lo más prolijo posible. Tiene editados dos discos, Demons In My Head y 6 Billion Humans Can’t Be Wrong.
El primero es un solo tema de 45 minutos, con sonidos ambientales e industriales (influenciado, confiesa, por Brian Eno); el segundo es decididamente electrónico, y lleva en la tapa a un hombre muerto emergiendo de un horno de campo de concentración (“cosa que me ocasionó acusaciones de antisemitismo, algo ridículo porque tengo sangre judía. La idea de la tapa era denunciar los horrores del nacionalsocialismo, no promoverlos”). Chris Korda estudió teoría musical, tocó en bandas de jazz y, a pesar de un breve pasaje por el rock, odia “la postura machista del guitarrista o el vocalista y la impericia generalizada que trajo consigo el punk. No me gusta la música mal tocada”. Su actividad musical, sin embargo, no es para ella una carrera artística: los discos y las actuaciones por todo el mundo son, lisa y llanamente, propaganda para la Iglesia de la Eutanasia, culto/agrupación que lidera como Reverenda. De hecho, Chris ni siquiera siente identificación con el mundo de la música electrónica o el de la cultura rave. “La paradoja es que yo hago música dentro de un medio con cuyos ideales estoy en total desacuerdo. Ya hice público mi disgusto en el Love Parade de 1998, cuando el slogan del evento era Un solo mundo, un solo futuro. Me invitaron a un programa de TV y dije que me parecía profundamente ofensiva la noción de que todo el mundo escuche una sola canción, se comunique en un mismo idioma (por supuesto, el inglés) y que en todas partes haya discotecas iguales. Eso es destruir la diversidad. Como si no fuera suficiente destruirla en lo biológico, ¿vamos a destruirla también en lo social y lo cultural? En mi disco canto Un solo mundo, una misma mierda. Ése es mi mensaje para la cultura rave”.
SOMOS MUCHOS MAS QUE DOS Si Chris Korda recorre el mundo promocionando sus discos (que son todos de edición independiente, porque ningún sello se atreve a editarlos) es pura y exclusivamente para difundir el mensaje de su Iglesia. Que nació en 1992, exactamente un año después de aquella visión, y que tiene sede en su casa de Boston. “Tuvimos una capilla exquisita, pero el dueño se enteró de nuestro mensaje, pensó que éramos satanistas y nos echó. Después estuvimos en un templo metodista que se usaba como centro social, era hermoso. Pero nos echaron de vuelta”. La Iglesia de la Eutanasia predica principalmente que el número de seres humanos debe ser reducido para salvar al planeta. “La población mundial crece a un ritmo de 95 millones de personas por año. Toda esta gente tiene que comer, necesita ropa, casa, medios de transporte, y el resultado es una crisis ambiental global, con extinción de especies: un ecocidio. En el mundo actual se extingue una especie cada cuarenta minutos. Tenemos que reducir nuestro número muy pronto. Es por eso que todos los miembros de mi Iglesia hacemos el voto de no procrear”. La Iglesia, claro, no sólo promueve la no-procreación: sus cuatro pilares son el suicidio, el aborto, la sodomía (o cualquier práctica sexual que no tenga como consecuencia un embarazo) y, más escandalosamente, el canibalismo. “Es extremo, probablemente. Pero si pensamos que un tercio de la población del mundo se va a dormir hambrienta, y que para el 2010 el número de gente en esas condiciones será de ocho mil millones... Bueno, el sufrimiento trepará a una escala inimaginable, y muchos desearán haberse suicidado, porque va a ser horrible vivir en la Tierra”. Cuando Korda explica su apoyo al canibalismo, dice: “Hay cientos de miles de accidentes automovilísticos por año, y a lo sumo podemos recuperar algún órgano para trasplantes de toda esa carne perfectamente buena, que debería ir directamente al mercado de la alimentación, en vez de ser incinerada o enterrada. Los Estados Unidos gastan enormes cantidades de energía para que sus ciudadanos puedan comer carne. Es estúpido. No hay ninguna razón sensible para que el resto del mundo se muera de hambre mientras nosotros comemos carne. Es otra forma de decadencia cultural. Pero en la Iglesia somos realistas. No esperamos que los norteamericanos dejen de comer carne. Sólo queremos asegurarnos de que sea humana”.
SACARSE EL BLOQUEO Chris Korda se ríe. No ignora que semejante declaración no puede más que escandalizar, pero ése es el objetivo. “La verdad es que confundimos a la gente intencionalmente. Hasta lanzamos rumores de que estamos preparando un libro de cocina caníbal. Que sea cierto no tiene importancia. Usando el escándalo podemos lograr que nos escuchen. Al final del día, lo único que importa es convencer a la gente de que deje de procrear. Eso significa ser un miembro de esta Iglesia, nada más. Es en lo único que estamos de acuerdo. El resto es show-business”.
Toda esta teoría ecológico/demográfica nació de la lectura combinada de los libros de Willhem Reich, Kurt Vonnegut y Allen Ginsberg (santos patronos de la Iglesia), pero la revelación tuvo su centro, explica Chris, en la transexualidad. “Para tener esa visión algo tuvo que serme quitado, un bloqueo. Y ese bloqueo es el patriarcado, para decirlo en términos sencillos. Pensemos que la sexualidad ha sido distorsionada terriblemente por la sociedad autoritaria: el hombre sigue obsesionado con la dureza, el machismo y el castigo, y la mujer con la sumisión y el ser castigada. Hemos evolucionado en un modelo sadomasoquista de sexualidad. El travestismo es un intento deliberado de obstruir eso, de rechazarlo, de decir: Me niego a tener el rol genérico que se me ha asignado, me rehúso a ser el violador. Si es necesario seré violada, pero no estaré en el lugar de poder. Es cierto que existe un período de transición donde te pones sumisa; yo lo pasé y después balanceé las dos cosas. Ésa es la clave. Una vez que tus partes masculinas y femeninas están equilibradas, existe la esperanza de lograr un equilibrio entre uno y los demás series vivientes, y finalmente entre uno y la Tierra. Por eso, esta Iglesia surge de la transexualidad”.
DUELO DE TITANES La Iglesia de la Eutanasia actúa, principalmente, haciendo manifestaciones callejeras. No sólo se muestran con carteles que dicen “Gracias por no procrear”, “¿Instinto Maternal? ¡Adopten!”, “Por Favor Sigan Fumando” sino otros aún más provocativos, como “Coman fetos para Jesús” o “Coman gente, no animales”. El año pasado intentaron lanzar una línea de asistencia al suicida (por supuesto, no para disuadirlos precisamente). No funcionó, pero se las arreglaron para al menos poner algunos carteles en la calle.
Para el próximo 26 de junio están invitados por el Centro de Arte de Santa Mónica en Barcelona a hacer una performance callejera similar a las que se vieron por TV en las calles de Boston. Obviamente se los considera una curiosidad. “Un freak-show”, concede Chris Korda, pero eso no le importa demasiado. “Por supuesto, no creo que mi Iglesia pueda detener la destrucción del mundo, ni que logremos nuestros objetivos”. Entonces, ¿por qué hace todo esto? (la Iglesia está permanentemente en quiebra y Korda tiene que trabajar, y ser parte “de la maquinaria industrial, como todo el mundo” para mantenerla). “Sospecho que el motivo es que soy perversa: no quiero que la gente piense que hacer esto está bien, porque es y será horrendo”. La exposición mediática más importante que tuvo la Iglesia fue el año pasado, en el infame show de Jerry Springer, un talk-show à la Mauro Viale, donde los protagonistas terminan yéndose a las manos en todas las emisiones y que tiene 60 millones de televidentes. “Preferimos estar en programas sensacionalistas porque no tienen censura, al revés de los medios serios, como el New York Times, que nunca dedicaría una página a nuestra Iglesia porque lo acusarían de irresponsable.
Lo único malo en la TV sensacionalista es ser aburrido, y nosotros no tenemos problema con eso”. Chris y su gente fueron invitados para enfrentarse con un grupo de cristianos conservadores incluso para los parámetros de Estados Unidos, el Partido de los Derechos del Creador. El líder de esta agrupación tuvo sus quince minutos de fama cuando se postuló como gobernador de Georgia enarbolando una plataforma brutal: apuntar todas las armas nucleares de su estado hacia Washington, en un intento de convencer por la fuerza al gobierno federal para prohibir el aborto y encarcelar a los homosexuales. Más tarde (y por esto fue detenido durante unos meses) puso un sitio en Internet donde listaba, con nombre, apellido, teléfono y dirección, a todos los médicos que practican abortos en el país, que generó dos atentados a clínicas ginecológicas (dos nocturnos, sin víctimas, y otro donde un médico fue asesinado). “Fue un espectáculo. Nos odiaron. Expusimos a estos cristianos como violentos y nazis. E incluso hicimos sexo oral en el show. Jerry nos gritaba que no podíamos hacer eso. Por supuesto lo cortaron. Censuraron la mayor parte del programa, que obviamente no es en vivo, pero lo poco que salió en la tele fue un gran éxito para Iglesia. El tipo nos decía: Quiero que sepan que vamos a matarlos. No voy a decir que es bueno para la salud estar a un metro de gente que quiere asesinarte. Pero no hace falta estar en mi Iglesia para que eso ocurra: Estados Unidos es una nación conservadora en grado superlativo, y el movimiento anti-gay está en pleno florecimiento”.
LA MUERTE ES UN PLACER La mayoría de las amenazas y ataques que reciben Chris y su Iglesia no son repudios públicos sino e-mails a su website (http://www.churchofeuthanasia.org/). Desde allí venden remeras, stickers y todo tipo de merchandising, además de Snuff It, el fanzine/revista oficial. La iglesia recibe donaciones, claro, y tiene más de 200 miembros activos (además de los directivos y “clérigos”) y miles de socios captados a través de Internet, de países tan diversos como Italia y Latvia. Pero la mayoría de los miembros son norteamericanos. Ahora bien, si la Iglesia de la Eutanasia insiste en que respeta todas las formas de vida, y que su cruzada tiene como intención salvar al planeta, ¿por qué no valoran a la humanidad como forma de vida también? Para Chris Korda es sencillo: “Nosotros no predicamos la extinción. Lo único que queremos es restablecer el equilibrio, en todo sentido. Volver al sexo por placer, que es y será un acto revolucionario. Mostrar compasión por todos los seres vivos, no comiendo su carne. Todo lo que podamos hacer para convencer a la gente de que es mejor que haya menos humanos lo consideramos un progreso”.
Y a pesar de que obviamente los conservadores son los enemigos más virulentos de la Iglesia, Korda cree que la peor oposición a su cruzada viene de los liberales, sobre todo de la izquierda. “Es que lo que decimos esprofundamente antihumanista. Y la izquierda sigue comprometida con el humanismo. Creen que todos los humanos son buenos, y que es posible un cambio social positivo a través de la Justicia. Es fascinante, porque los que se benefician con estos cambios sociales supuestamente positivos son sólo un porcentaje mínimo de la población. Está bien, se ha desterrado la esclavitud y las mujeres pueden votar, y próximamente tendremos tantos gays como heteros en la tele. Y tenemos autos y compramos en los shoppings, pero mientras tanto se acaban las selvas y las especies y las reservas naturales. Mi argumento es: estamos sumidos en la ilusión del progreso. Es todo virtual. Como la National Geographic o el Animal Planet: reemplazamos la diversidad social y biológica del mundo con imágenes editadas o directamente simuladas. El original se destruye y no puede ser recuperado, y sólo la simulación sobrevive. Somos animales, pero la sociedad industrial, y obviamente el Cristianismo, creen que somos superiores a los animales, y que el planeta es nuestro y podemos hacer con él lo que querramos. Es una negación de lo biológico. Por eso nuestra sociedad es antisexual y antiplacer. Es puro miedo a la vida y a la muerte. Que, en definitiva, son lo mismo”.
Eugenio Yáñez R. Universidad Adolfo Ibañez