Relación entre Fe y Razón (Parte 1)

No hay enemistad entre razón y fe, al contrario: la fe confirma y presta a la razón la respuesta a sus preguntas más fundamentales.

Por: Antonio Orozco 






FIDES ET RATIO» VERSUS LA FE DEL CARBONERO

En el siglo XV hubo en Ávila un obispo llamado Alonso Tostado de Madrigal (el Tostado), alto exponente del pensamiento de su tiempo. Escribió muchísimo sobre lo divino y lo humano. De ahí que, de los que escriben mucho, se diga aún que «escriben más que el Tostado». Algunas de sus opiniones, que no preocupaban al Papa, resultaban demasiado audaces y sospechosas para algunos. Se cuenta que quienes se ocupaban de ayudarle a bien morir cuando se le aproximaba el lance, querían asegurarse de que amaneciera en el otro mundo con la fe ortodoxa y sin mancha; éstos, por lo visto, marearon la perdiz de tal manera que, sacando fuerzas de flaqueza, el Tostado exclamó: —Yo, ¡como el carbonero!, hijos, ¡como el carbonero!. El carbonero aludido por el buen obispo era muy conocido en Ávila. Se cuenta que en cierta ocasión le preguntaron: —¿Tú en qué crees?. —En lo que cree la Santa Iglesia. —¿Y qué cree la Iglesia?. —Lo que yo creo. —Pero ¿qué crees tú?. —Lo que cree la Iglesia... Y no había modo de apearle de semejante discurso.

Desde entonces, hablar de la «fe del carbonero», es referirse a una fe que ignora razones. Ciertamente la autoridad de la Iglesia, instituida por Jesucristo, es fundamento sólido e indispensable para la verdadera fe de cualquier cristiano. Pero la fe de la Iglesia, a su vez, se funda en razones poderosas, que un buen cristiano no puede desconocer. Sin duda carboneros hay —«que hacen o venden carbón»— que saben más teología que algunos doctores con título académico. Pero si nos quedamos con el sentido original de la expresión, hemos de reconocer que «la fe del carbonero», por así decir, recibió un golpe del que muy probablemente no logre recuperarse. Juan Pablo II en su Carta Encíclica Fides et ratio, sobre las relaciones entre fe y razón, de fecha 14-IX-1998, expresó con visión profética, entre otras cosas, que esa no es la fe que demandan Dios, la Iglesia y el siglo XXI.