SABER MORIR

 


Esto no es una inspiración literaria, pues quien escribe no es un literato, es tan sólo lo estractado de algunos libros y publicaciones, que sirvieron al autor del capítulo para expresar lo que llevaba en el corazón. 

RELATA: Mayor FERNÁNDEZ (Piloto de A-4B)

Las olas del mar bañan mi avión; las recibo como si fuera agua bautismal, redentora, purificadora...

Por primera vez vivo mi propio presente, soy yo mismo, pero paradojicamente para desaparecer dentro de un instante.

Siento el fuego de los misiles y los cañones sobre mi avión y mi pecho.

Pido a Dios que la sangre que derramados no sea en vano. Perdono a todos, pero no entiendo ni respeto a los pérfidos sin Dios ni Patria que gritan histéricamente por la paz, cuando está no puede existir si no hay honor, en este momento en que yo muero, precisamente por Dios y por la Patria.

A los que se arrepienten de la hazaña porque estamos perdiendo, como si el criterio de la verdad fuera el éxito, como si de nada valiera el testimonio de nuestra bandera y el ejemplo de nuestra fortaleza. 

No entiendo a los pusilánimes que se apresuraron a guardar sus estandartes y a disimular su ocasional nacionalismo.

Perdono a todos, pero me cuesta hacerlo. 

Debo haber balbuceado. Veo los fogonazos y siento como si muchas lanzas me atravesaran con puntas de fuego.

Creo caer, quiero eyectarme pero cae antes mi cabeza, luego un estruendo en mi cuerpo.

¡ Sí, peor es la humillación que la muerte !. ¡ Gracias, gracias Dios mío por esta muerte !.

Yo no te pedí mi existencia, tu me la diste. Sólo te pedí fuerzas para saber morir, en el último instante, en que por mi humana flaqueza, no estaba exento de comportarme como tantos miserables y tu Señor me diste las fuerzas.

Mi rostro ya descansa sobre la húmeda turba en la que pude enterrar mi rosario, tras darle un último beso y la promesa de una victoria final.

El frío fue invadiendo mi cuerpo, que se confundió con esa tierra que había soñado y asumido en mis actitudes.

El cuerpo era carne y la carne es polvo, tierra, turba, Patria y a la Patria vuelvo.

Fue quedando a oscuras, solo escuchaba el rumor del mar en su constante insistir sobre estas playas irredentas, las olas de este mar que simboliza los sucesos de mi Nación. 

Mi alma se fue desprendiendo del cuerpo en un proceso lento, calmo, sereno, para retornar a su punto de partida...que es Dios.

Sobre el horizonte, en un triste atardecer del otoño austral, moría agonizante el sol, entre negros nubarrones de tormenta. 

Solo te pido Dios, que mi lucha y mi muerte, en esta cruz que forma mi avión con sus alas, sirva para que vuelva a renacer ese sol de mayo que un día nos dio luz y gloria. 

Se que así será, porque tu eres justo.

(del libro: "Halcones sobre Malvinas" de Pablo M. Carballo).