1.6. DARWIN Y LA EUGENESIA
Las opiniones de Darwin acerca de la eugenesia postulada por Galton son particularmente interesantes. En el momento en que fueron formuladas, Darwin gozaba ya de un gran prestigio dentro de la comunidad científica y, si bien su teoría de la selección natural tenía muchos detractores, la fe evolucionista se había extendido considerablemente gracias a él. Que un pensador de su peso hiciese pública en sus escritos una opinión favorable a la doctrina eugenésica no sólo suponía un espaldarazo notable para la misma, sino que da una idea clara acerca de que las teorías de Galton no eran consideradas las ideas de un excéntrico, aunque en el terreno práctico no llegase a gozar de demasiados apoyos para su puesta en acción.
Darwin se expresó en términos muy laudatorios acerca de las investigaciones de su primo: “merced a los admirables trabajos de galton sabemos hoy que el genio, el cual implica maravillosa y compleja combinación de altas facultades, tiende a transmitirse por herencia”. Darwin. El origen del hombre.
No deja de resultar algo sorprendente esta afirmación en Darwin, cuando en los estudios de Galton no hay la más mínima demostración del carácter hereditario no del genio ni de ninguna otra facultad intelectual o moral. Recordemos que el propio Galton reconocía la extrema ignorancia que sobre la herencia del talento existía en su época. Realmente, él se limitó a establecer que hijos de personajes ilustres acababan siendo, en buena medida, también ilustres.
Sea como fuere, Darwin apreciaba las investigaciones de Galton y consideraba que suponían una demostración suficiente de la heredabilidad de talento. Quizás estos fuese debido no tanto a los méritos científicos de Galton sino a que Darwin compartía las mismas ideas en este terreno, y en otros relacionados. Así, también creía que existía una estrecha relación entre el tamaño del cerebro y el desarrollo de las facultades intelectuales:
“La creencia de que existe en el hombre alguna íntima relación entre el tamaño del cerebro y el desarrollo de sus facultades intelectuales, se apoya en la comparación de los cráneos de los salvajes y los de las razas civilizadas de los pueblos antiguos y modernos, y por la analogía de toda serie de vertebrados”.
Esta idea no procedía únicamente de la frenología, de donde fue tomada por Galton. Por la misma época, Paul Broca, el fundador de la craneometría, llevaba a cabo en París sus mediciones de tamaños craneales y pesos cerebrales. Broca creyó demostrar con ellas la inferioridad de las mujeres, sobre la base de su menor tamaño cerebral, sin detenerse en el hecho de que existe una estrecha correlación entre el tamaño cerebral y el tamaño y complexión corporal.
Darwin sustentaba estos puntos de vista, al igual que muchos de sus contemporáneos, y no es de extrañar que las conclusiones de galton fuesen fácilmente aceptadas, pues venían de reforzar prejuicios que él mismo compartía. Lo mismo podría decirse de las facultades morales, que también consideraba, en gran medida, herditarias.
Detengámonos ahora en las opiniones de Darwin acerca de las propuestas eugenésicas, contenidas en su libro El origen del hombre. Como veremos, en muchos aspectos, aunque no en todos, concuerdan con las de Galton, cosa por lo demás lógica teniendo en cuenta que la mayor parte de las observaciones que realiza reconoce haberlas tomado directamente de éste último, así como de Wallace y Grey.
Estima Darwin que la eliminación o protección de los individuos débiles o enfermos es algo que distingue a los salvajes de los seres civilizados:
“A impedir en lo posible la eliminación, se encaminan todos los esfuerzos de las naciones civilizadas; a esto tienden la construcciones de asilos para imbéciles, heridos y enfermos, las leyes sobre la mendicidad y los desvelos y trabajos que nuestros facultativos afrontan por prolongar la vida de cada uno hasta el último momento” Darwin. El origen del hombre.
Sin embargo, con respecto a las cualidades morales, ve como un signo de civilización, o cuando menos algo que practican las sociedades civilizadas, la adopción de medidas encaminadas a impedir la proliferación de las tendencias perversas, recluyendo o eliminando a los individuos portadores de las mismas:
“Con respecto a las cualidades morales, aun los pueblos más civilizados progresan siempre eliminando alguna de las disposiciones malévolas de sus individuos. Veamos, si no, cómo la trnsmisión libre de las perversas cualidades de los malhechores se impide, o ejecutándolos o reduciéndolos a cárcel por mucho tiempo”.
Y, como también le gustaba hacer a Galton, establece un paralelismo con als medidas que aplican los criadores, con el fin de eliminar características poco deseables entre los animales domésticos:
“En la cría de animales domésticos es elemento muy importante de buenos resultados la eliminación de aquellos individuos que, aunque sean en corto número, presenten cualidades inferiores. Esto resulta especialmente cierto con los caracteres perjudiciales […] y con algunas perversas disposiciones en los hombres, que ocasionalmente y sin causa visible reaparecen en las familias”.
Al igual que Galton, Darwin piensa que la no eliminación de los individuos débiles, enfermos o tarados tiene consecuencias negativas y conduce a la degeneración de la especie humana, basándose de nuevo en la analogía con las especies animales:
“Los miembros débiles de las naciones civilizadas van propagando su naturaleza, con grave detrimento de la especie humana, como fácilmente comprenderán los que se dedican a la cría de animales domésticos […]; a excepción hecha del hombre, ninguno es tan ignorante que permita sacar crías a sus peores animales”.
Coincide también con Galton en la apreciación de que los peores elementos tienden a dejar mayor descendencia que los miembros más selectos de la sociedad: “los holgazanes, los degradados y con frecuencia viciosos tienden a multiplicarse en una proporción más rápida que los próvidos y en general virtuosos”, lo cual tiene consecuencias sociales muy negativas, de no existir ningún obstáculo que lo impida:
“Si los distintos obstáculos que hemos señalado […] no impiden que los holgazanes, los viciosos y otros miembros inferiores de la sociedad aumenten en mayor proporción que los hombres de clase superior, la nación atrasará en vez de adelantar, como es fácil probarlo, por abundar los ejemplos en la historia del mundo”.
Ante estas expectativas tan poco halagüeñas, Darwin verá con agrado las sugerencias eugenésicas de Galton, pero las considerará utópicas y poco realizables: “ambos sexos deberían abstenerse del matrimonio si fuesen en grado marcado inferiores en cuerpo y alma; pero tales esperanzas son una utopía, y no se realizarán nunca, ni siquiera parcialmente, hasta que las leyes de la herencia sean completamente conocidas”. En una carta dirigida a Galton en 1873 se expresará en términos semejantes acerca de la viabilidad de la empresa eugenésica:
“Aunque veo muchas dificultades, el proyecto parece una gran cosa; y Vd. Ha señalado el único, aunque me parece utópico, plan factible para proceder para mejorar la raza humana. Yo estaría por confiar más (esto es parte de su plan) por difundir e insistir en la importancia del absolutamente decisivo principio de la herencia”.
A pesar de las valoraciones tan coincidentes acerca de la determinación hereditaria de las facultades intelectuales y morales, de la tendencia degenerativa de la especie human por la mayor tasa reproductiva de los individuos peor dotados y de la aceptación manifestada hacia no pocas de las propuestas eugenésicas de galton, Darwin mantiene algunas opiniones distintas e incluso críticas. Tal vez influyese la consideración que mantenía de la eugenesia como un proyecto utópico y difícilmente realizable, o que sus criterios morales no eran tan despiadados como los de Galton, o bien que tenía una dosis mucho más elevada de sentido común, pero lo cierto es que se distanciará de las propuestas más duras de la eugenesia, aquellas más inclinadas hacia la represión, y considerará que tal proceder resultaría extremadamente perjudicial para la humanidad:
“Despreciar intencionalmente a los débiles y desamparados, acaso pudiera resultar un bien contingente, pero los daños que resultarían son más ciertos y muy considerables. Debemos, pues, sobrellevar sin dudad alguna los males que a la sociedad resulten de que los débiles vivan y propaguen su raza”. Darwin. El origen del hombre.
Había una razón todavía más poderosa para el escepticismo de Darwin ante la eugenesia. Ésta era la consideración de que la selección natural no era la causa principal del desarrollo de las facultades humanas. Así lo hace ver al afirmar que:
“A pesar de lo importante que ha sido y aún es la lucha por la existencia, hay sin embargo, en cuanto se refiere a la parte más elevada de la naturaleza humana otros agentes aun más importantes […]. Las facultades morales se perfeccionan mucho más, bien directa o indirectamente, mediante los efectos del hábito, de las facultades razonadoras, la instrucción, la religión, etc., que mediante la selección natural”.
Esta opinión aleja a Darwin no sólo de la eugenesia sino también del “darwinismo social”, con el que, a pesar de todo tiene muchas afinidades.
En resumen, las opiniones de Darwin, sea sobre las razas humanas sea sobre la eugenesia, no son totalmente coincidentes con las de Galton, pero sí tienen una gran cantidad de puntos en común, implícitos unos y manifiestos otros.