La Iglesia se opone a cualquier forma de manipulación, engaño o violación de la dignidad humana que busque imponer una ideología o un interés particular sobre la sociedad.
La doctrina social de la Iglesia se basa en el respeto a la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, y en la promoción del bien común, la justicia y la paz.
La Iglesia también defiende los derechos humanos, que son universales, inviolables e inalienables, y que se fundamentan en la ley natural y en la revelación divina.
La Iglesia rechaza cualquier intento de los ingenieros sociales de alterar la realidad social mediante técnicas de persuasión, propaganda, adoctrinamiento o coerción que atenten contra la libertad, la verdad y el bien de las personas y de las comunidades.
La Iglesia llama a los cristianos a ser ciudadanos responsables, que se formen una conciencia crítica y que actúen según los valores del Evangelio.
La Iglesia también invita al diálogo, al respeto y a la colaboración con todos los que buscan el desarrollo integral de la persona y de la sociedad.