Los elementos religiosos del peronismo (29° parte): Religiosidad política


En la vida social y política argentina se ha originado, con sus elementos culturales propios, igualmente el mismo fenómeno, como en el caso de Federico Cantoni, un dirigente provincial de comienzos de siglo. que no era anticlerical, pero tampoco creyente, y alrededor del cual se suscitaría una suerte de canonización política. La crónica histórica regional registra, en efecto, que en el pueblo llano surgió por Cantoni una admiración con visos de idolatría, al extremo que las mujeres religiosas colocaban su imagen al lado del santo de su preferencia. Este sincretismo político-religioso se expandió de tal modo que era frecuente en los ranchos de la campaña ver el retrato del personaje al lado de un San Vicente de Paul o un San Antonio.

Similar situación se ha verificado también en relación con la figura de otro caudillo de hondo arraigo popular que precedió al peronismo: Hipólito Yrigoyen. Según una extendida opinión, éste promovió entre las masas un influjo de naturaleza irracional que cristalizó en una suerte de culto religioso. La población respondía a estas insinuaciones oficiales con una emoción mística expresada en actitudes propias de la religión formal. Se ejemplifica esta suerte de religiosidad política en el hecho de que los pobres le encendían velas y esta clase de conducta le granjearía al yrigoyenismo el epíteto de "radicalismo mágico".

¿Qué mágico poder de atracción pudo ejercer ese hombre que llegó a despertar sentimientos de adoración y fanatismo tan intensamente manifestados en distintas ocasiones?

Un historiador nos ha transmitido un ajustado retrato de su personalidad en la que reverbera ese sentido "religioso" que recuerda en ocasiones a la fe de la propia Evita, por ejemplo en su amor "místico" a los pobres desde su carácter de "ungido" de Dios:

Habíase formado en derredor de ese personaje singular una leyenda de misterio, mezcla de mesianismo y de taumaturgia qu él fomentaba con sus actitudes extrañas y modalidades peculiares, con las formas recatadas y originales de su vida, con sus postulados de profeta y con sus escritos, difusos, hinchados de difícil interpretación y de tan macarrónico lenguaje como intrincado sentido.

Pero, independientemente de invectivas o deformaciones, lo cierto es que la realidad social registra un fenómeno muy antiguo que consiste en verdaderas canonizaciones populares, incluso de personajes inexistentes como por ejemplo San Antonio María, San La Muerte, San Son, Santa Librada, San Pilato o San Alejo, en la provincia de Corrientes.