EL PERONISMO COMO NEOCRISTIANISMO (Parte 6): FRANCISCANISMO POLÍTICO


LOS VÍNCULOS ECLESIÁSTICOS

Es conocido que Perón guardó -según se recoge de sus propias declaraciones- una especial predilección por las órdenes de la Merced y de San Francisco de Asís. Se mencionó ya al fraile mercedario José Pratto. Según refiere uno de sus biógrafos, perteneció a la Orden de Santa María de la Misericordia o Merced de los Cautivos. Resulta significativa la relación de Perón con los mercedarios, que en muchos momentos importantes de su vida estuvieron cerca suyo, igual que los franciscanos. Estas relaciones parecían formar parte de su visión política de lo religioso.

El matrimonio de Juan Domingo Perón y María Estela Martínez era también fervorosamente devoto de la Virgen de la Merced, en Madrid, donde concurrían generalmente a rezar y realizar donativos. Según su biógrafo oficial, este matrimonio habría sido bendecido por Valentín Gómez y Domínguez, mientras que según testimonio de su médico personal lo fue por el obispo de Madrid-Alcalá, doctor Eijo y Garay, habiéndose formalizado en casa de otro médico amigo, Flores Tascón. Perón ratifica este último dato.

Se ha afirmado también que Perón fue terciario franciscano y que en los primeros años de su gobierno se manifestó particularmente amigo y protector de dicha orden. Tal vez no sea ajena a su simpatía hacia la orden seráfica la particular concepción religiosa del líder, que privilegiaba ciertas notas características de la espiritualidad franciscana, como la humildad y la preocupación por los pobres. En este sentido, se podría definir su concepción de la vida social como un "franciscanismo político". Fue también Gran Balío de la Orden de Malta.

No obstante su oposición al "catolicismo ritual", sea por su propia convicción o más probablemente por una cuestión de imagen pública, Perón contraería matrimonio canónico con Eva Duarte tiempo después de haber convivido, en virtud de la intervención del franciscano Fray Pedro Errecart y el oficio de Hernán Benítez. Fue un matrimonio apresurado, como el de Napoleón, que debe entenderse en el marco político en el que se realizaba.

El acto religioso se celebraría en la iglesia de San Francisco, de la ciudad de La Plata, el 10 de diciembre de 1945, siendo testigos Domingo Mercante y Juana Ibarguren. Se encontraban presentes Juan Duarte y Blanca Duarte de Alvarez Rodriguez. También participaron, además de Errecart, Bernardo Bermúdez y Fidel Rossel, quienes confesaron a los novios. Otros franciscanos presentes fueron José González, Carlos de la Fuente, Nicolás Lecuona y Francisco Schiammarella, cura párroco y superior de la orden. Se ha conjeturado que el vínculo canónico habría decidido el apoyo eclesiástico al candidato, y desde luego no resulta temerario pensar que esa intención debió estar presente en sus planes políticos.

José Rufino Pratto era, según se dijo, quien ocuparía el cargo de adjunto eclesiástico, a pocos metros del despacho presidencial. Anteriormente había sido asesor de la Subsecretaría de Culto. El juicio del pastor Canclini resulta ciertamente negativo sobre su persona. Su relación con Perón fue mucho más estrecha que la que éste mantuvo con Benítez, por ejemplo. Reemplazaba a Pratto en esas funciones Armengol Roque Moya, también mercedario. Ambos eran personas de gran cultura y profundamente identificados con el peronismo, en el que creían encontrar una expresión política de la Doctrina Social de la Iglesia. Moya incluso llegó a ser por un breve tiempo senador peronista, siguiendo un camino similar a Virgilio Filippo, otro clérigo peronista que fue diputado.

La gestión de Pratto abarca desde el mes de agosto de 1948 a diciembre de 1951, en que habría sido desplazado en el cargo por una maniobra instrumentada dentro de la orden por un fraile luego secularizado. En tal carácter asistió al Congreso Nacional de Enseñanza Religiosa realizado en el Teatro Cervantes, de Buenos Aires. Pratto también se secularizó y fue incardinado en la Diócesis de San Isidro.

La realidad de la muerte aparece en la vida de las personas como la hora de la verdad, y en este sentido resulta de interés examinar también brevemente cómo fue vivida por el líder máximo de los trabajadores argentinos. Fué asistido en la oportunidad por Héctor Antonio Ponzo, también fallecido prematuramente en su condición de capellán del Regimiento de Granaderos a Caballo, quienes cumplen funciones de escolta presidencial. El domingo 30 de junio de 1974, Ponzo le administró al jefe del estado la confesión y la comunión, y el lunes 1°, aproximadamente a las 10:15, la unción de los enfermos, con su propio consentimiento y con muestras visibles de estar agradecido.

Perón solicitó al sacerdote que le brindara su última asistencia espiritual, y ambos rezaron el "yo pecador" poniéndose el acólito bajo la protección del Sagrado Corazón de Jesús, práctica piadosa que, según su biógrafo, Perón realizaba desde su primer matrimonio con Aurelia Tizón todos los primeros viernes de cada mes. Ponzo refirió a la religiosa María Clérici, del Instituto de Hijas de María Auxiliadora, los últimos momentos en este mundo de esta gran figura de la vida política:

"Cuatro o cinco días antes de morir me pidió que lo confesara, cosa que hizo con devoción y arrepentimiento, besando varias veces el crucifijo. La recepción de este sacramento duró cerca de una hora.

Lo había hecho ya otras veces, porque participaba de la misa y de la comunión cada día en la quinta de Olivos. Esta vez, previendo tal vez su próxima partida de este mundo, lo quiso hacer con mayor devoción".