“La Organización Mundial de la Salud debería cambiar su nombre de OMS a OCS: ‘Organización China de la Salud’. Ese nombre sería más apropiado”. El viceprimer ministro japonés, Aso Taro, estallaba así a finales de marzo acusando sin ambages al gobierno de Pekín de influir en el organismo internacional.
Y aunque no es el único que acusa tanto a la OMS como a su presidente, Tedros Adhanom, de haberse erigido defensores a ultranza de la draconiana vía china contra el coronavirus, otras voces defienden la astucia diplomática del presidente Tedros con la que habría conseguido abrir vías de comunicación con el hermético régimen de Xi Jinping en unos momentos donde la información es crítica.