La Logia Anael, dirigida por el abogado Julio César Urien, había anunciado que un colaborador de la secta ya estaba en el entorno del General Perón cuando éste abandona el país tras el golpe militar de 1955, pero no era el único. La célebre secta Propaganda Due ya había hecho contacto con Perón y Puerta del Hierro, la residencia en Madrid, era algo más que el refugio del denominado por los golpistas “Tirano Prófugo.” Astrología, ritos e imposición de poderes sobrenaturales parecen cercar a Perón, un elegido por los iluminados.
De la mano de los Cresto vendría a la vida del matrimonio Perón otro miembro de Anael . Se trata del sinisestro ex policía José López Rega, presentado a María Estela Martínez a mediados de los 60. Compartían el gusto por el espiritismo que habían adoptado en sus pasos por la Escuela Científica Basilio. López Rega llegó al mundo anaelino a través de su relación con Urien, al que conoció en la imprenta del que era socio.
López Rega ya tenía una incipiente carrera en el ocultismo. Había escrito dos libros y mantenía relaciones con dirigentes peronistas a través de la imprenta Suministros Gráficos. En los círculos esotéricos se identificaba como “Hermano Daniel” y en los políticos se lo conocería como “Lopecito” o “el brujo.” No faltó mucho para que el ex policía viajara a España con Isabelita y se transformara en el nuevo secretario privado del “tirano prófugo” como lo bautizaron los militares que lo derrocaron al General Juan Domingo Perón.
La logia transmutó en facción peronista cuando trascendió que su nombre angelical eran las siglas de Avanzada Nacionalista Argentina de Liberación, una forma de disfrazar su origen místico con una mentira.
De todas maneras, los dirigentes peronistas de entonces relativizaban el peso de esas organizaciones esotéricas fascistas que avanzaban sobre su líder. No imaginaban que en algún momento llegarían al poder para demostrar su bestialidad.
Evidentemente el entorno de Perón estaba lejos de ser aquél que su figura merecía. Sus relaciones con el esoterismo marcarían el destino de su movimiento. La historia oficial del líder y su partido no aborda estas cuestiones polémicas, pese a que manipularon los acontecimientos y precipitaron la tragedia.
Ni el cadáver momificado de Eva Perón, que fue devuelto a su ex esposo en 1971, ni Juan Perón en su lecho de muerte en 1974 se salvó de los ritos esotéricos de López Rega, algunos en presencia de Isabelita quién debería ser receptora de los poderes de esos célebres cadáveres. El “brujo” despertaba temor por sus prácticas y crueldad, pero debió renunciar y posteriormente exiliarse, como otros miembros de su organización paramilitar y sectaria.
Recientemente, su segunda esposa María Elena Cisneros, quiso blanquear el oscuro pasado de su marido ante el periodista Luis Gasulla. Dijo que “Lo acusaron de ser templario, masón y de la Orden Rosacruz. No fue nada de eso. Fue un simple buscador de verdades. No perteneció a ninguna logia, era un simple trabajador.” Además desmiente que haya sido el fundador de la Alianza Anticomunista Argentina, la agrupación paramilitar conocida como Triple A, que sería responsable de más de 2 mil crímenes políticos a mediados de los 70, en pleno gobierno de María Estela Martínez de Perón.
Puerta de Hierro, sitio sagrado y el hombre de las mil caras.
En su éxodo, el ex presidente recaló en una importante propiedad de Madrid, en Puerta de Hierro señalada por esotéricos como un lugar “sagrado” con energías cósmicas. El sitio no estaba a nombre de Juan Perón sino de Estela Martínez. La mansión, que fue bautizada 17 de octubre, costó millones.
Esa puerta era el lugar de entrada del Monte de El Pardo, donde el dictador Francisco Franco instaló su residencia. La mansión en Puerta de Hierro fue el lugar de peregrinaje del peronismo y uno de los destinos del intenso intercambio epistolar que Perón mantenía con figuras políticas afines de todo el mundo. Allí no sólo estrechó su relación con la Logia Anael sino que profundizó su compromiso con la Logia Propaganda Due o P2, cuando ambas simpatizaban.
La Puerta de Hierro se refleja en un monumento con un arco donde Licio Gelli, el líder de la Logia P2 realizó un rito iniciático sobre Juan Domingo Perón, el “orecchio del maestro” (al oído del maestro), para incorporarlo a la logía masónica que dirigía.
“El hombre de las mil caras” o “el titiritero”, Licio Gelli, debió refugiarse en Argentina entre 1944 y 1960 para huir de los juicios por los crímenes cometidos por el fascismo, al que adhirió en España como miembro de la Falange Española y en Italia con los Camisas Negras. Durante su refugio en nuestro país entabló amistad con Perón que hasta le otorgó la Gran Cruz de la Orden del Libertador General San Martín en 1973 por “los servicios prestados al país.”
La Logia Propaganda Due, P2, una escisión de los masones, estuvo implicada en uno de los mayores escándalos italianos como fue la quiebra del Banco Ambrosiano en 1982. Ese banco estaba ligado al Vaticano y Gellí, su cabeza visible, dirigía una organización dedicada al lavado de dinero y venta de armas integrada por políticos, magistrados, militares y empresarios europeos y argentinos.
Investigaciones recientes aseguran que Gelli fue el que negoció con Lanusse el regreso de Perón, el que designó a Cámpora para presidente y el eligió a Massera como jefe de la Marina en el gobierno peronista . Como si esto fuera poco, hasta la Guerra de la Malvinas habría nacido de ese plan secreto masónico. P2, con aceitados vínculos con Anael, trascendía cualquier gobierno.
El fanatismo religioso perdura detrás de estos extremismos de fe.
Movimientos cristianos como la Acción Católica fueron la fragua donde se forjó el grupo subversivo peronista Montoneros. También sirvió para que naciera la secta de Silo, fundada por el mendocino Mario Rodríguez Cobos, el “Mesías de los Andes,” en 1969. El siloísmo se alimentó del movimiento hippie de paz y amor, enfrentándose a Anael con su concepción miltar, sus ritos espiritistas y astrológicos. La izquierda y la derecha en el rubro de las sectas autóctonas conviviendo en la época más oscura del siglo XX. Para Silo, Anael era su verdadero enemigo y hasta temía ser asesinado por ellos.
La secta de Silo se transforma en partidos políticos en los 90 bajo la denominación Partido Humanista y Partido Verde. Hoy sobrevive con cursos de meditación para la captación de miembros con el deseo de una masividad que no llega.
Las sectas se entrelazan al poder político y desde las sombras aplican su sesgado, fascista y regresivo ideario. La búsqueda del poder puede incluir misticismos pero también asesinatos. En la próximas entrega el paroxismo del peronismo esotérico durante la sangrienta década del 70.