Hay que considerar por añadidura que en esos años, en bastantes ambientes católicos se miraba -a pesar de claras expresiones favorables de los papas, en especial Pío XII- desconfiadamente a las instituciones democráticas, a las que se adjudicaba ser hijas de un liberalismo agnóstico y laicista. Podría aplicarse aquí la teoría de los frutos dañosos del árbol venenoso. Una desconfianza de todos modos plenamente explicable, a la luz de las circunstancias históricas. De otra parte, las virtualidades autoritarias del régimen fueron desplegándose gradualmente sin mostrarse de manera abrupta en toda su intensidad, y lo cierto es que el justicialismo había llegado al poder plenamente legitimado por la voluntad popular en ejercicio de las más puras formas democráticas. Finalmente, las semillas del autoritarismo formaban parte de la cultura política argentina, y a ello vamos a referirnos ahora porque posiblemente ayude a entender mejor la propia naturaleza del peronismo y del proceso político-religioso en relación con la Iglesia Católica.
De modo que el autoritarismo está en la sociedad civil antes que en el estado, y desde luego no es casual que en la Argentina hayan fructificado tantos regímenes de naturaleza autoritaria. Es el fruto de una simiente que le antecede.
El autoritarismo argentino no es tan sólo una organización política determinada, está disperso, impalpable, en la sociedad civil, en el estado ordinario de la gente, en la atmósfera, un poco diluido en todas partes, en todas las cosas, por eso es inasible y difícil de distinguir.
La influencia de una mentalidad autoritaria en la vida pública se resume en un núcleo ideológico que puede localizarse en el "nacionalismo" como movimiento político de amplio arraigo en el país. El nacionalismo proporcionó el sustento político del militarismo, que expresa la hegemonía militar en la sociedad civil. El influjo de esta ideología en el peronismo llevó a identificar al movimiento con la Nación en una síntesis que habría de producir un impacto muy violento sobre la libertad política. (NdR: Perón utilizó al nacionalismo para su proyecto político personal, convirtiendo al peronismo en un pseudonacionalismo o falso nacionalismo. Por eso, para que el nacionalismo sea virtuoso debe ser católico necesariamente).
La ideología autoritaria funciona mediante una serie de mecanismos psicológicos que determinan en las personas precisas actitudes de comportamiento social. Un componente esencial de este autoritarismo es el miedo. No es un miedo pánico de un peligro físico sangriento, sino un temor indefinido ante la posibilidad de sufrir un daño en la propia libertad, en las posibilidades de trabajo, en los medios de subsistencia, en la honra, en el bienestar de las personas queridas. Es la sensación de una amenaza implícita proveniente de los sectores de poder.
El mito valida y fundamenta un cierto orden social. En el peronismo el significado del mito es un elemento fundamental: Perón mismo fue un mito viviente y lo sigue siendo, aún después de muerto, quizá para siempre, pues los mitos suelen ser mucho más permanentes y perdurables que la fugacidad de la vida humana en el mundo. Pero los nuevos mitos han perdido el contenido profundo de los antiguos, aunque conservan la función impulsora de éstos y su carga de numinosidad capaz de arrastrar masas y de crear en ellas la ilusión de que su existir se halla integrado en una trama de sentimientos definitivos.