Los elementos religiosos del peronismo (parte 18)
Coherentemente con esta sensibilidad, idéntico proceso sufriría el Poder Judicial. Resultan paradigmáticos algunos testimonios de las consecuencias de la doctrina oficial. En 1955 el gobernador de Buenos Aires, mayor Aloé, expuso con claridad el rol de los jueces y el concepto de justicia en esa concepción, donde la persona misma de Perón es identificada o presentada como el ideal de la virtud de la justicia:
"Los jueces de la Nueva Argentina no son jueces de ordenación, sino jueces que deben saber interpretar los principios de la Doctrina y la voluntad del General Perón. Perón no es el nombre del presidente ni de un político, sino la expresión de la Justicia"
Al inaugurar el año judicial en las postrimerías del régimen, el ministro Borlenghi expresaría:
"La Doctrina Nacional constituye la fibra medular del nuevo derecho. En consecuencia, siendo la misión del juez adentrarse en el espíritu del precepto para que fluya a través de su dictámen la savia de la justicia contenida en su médula, sólo podrá conocer, interpretar y aplicar debidamente nuestras leyes si conoce, interpreta y aplica la doctrina que es su esencia. No se puede concebir al juez sin identificarlo con los términos absolutos de la pura justica: Perón y el Pueblo".
En idéntica dirección, el "Plan de Acción Política" 1955-1956, publicación de carácter secreto de la Secretaría de Asuntos Políticos, especificaba en su cap. III, apartado 14, que es el dedicado a la Justicia:
"La justicia debe destruir un movimiento sentando jurisprudencia contraria a la "doctrina". Por eso recordando aquello de que un lado de la biblioteca dice 'Peronismo' y el otro 'anti-Peronismo', los fallos deben ser dados utilizando el lado peronista de la biblioteca".
El mismo proceso judicial sería considerado un instrumento del gobierno en el cual los hombres de Derecho debían inyectar la filosofía política justicialista y ajustar su quehacer a los objetivos del Segundo Plan Quinquenal a tono con una nueva conciencia que expresaba el pensamiento preclaro de Perón.
Si sumamos a ello el pragmatismo u oportunismo -maquiavelismo, según una opinión bastante común- por el cual Perón convierte a su doctrina en un puro instrumento de poder, el esquema articulado reconduce a un único punto que es su sola y absoluta voluntad personal, que impone virtualmente un único modo de pensar al resto de la comunidad, se identificara o no con el gobierno. La resultante sería una actitud de rebajamiento de la dignidad de la persona:
"Los obreros creyeron de buena fe que había llegado para ellos el Redentor: pero otros hombres prescindieron de la redención proletaria para no ver más que el provecho y se produjo entonces el fenómeno que señala Táito al hablar de la sociedad romana en tiempos de Nerón: 'Se precipitaron en la servidumbre' (Ruere in servitutem) Hemos visto a jueces, profesores universitarios, dirigentes sociales, banqueros, comerciantes, postrarse y humillar hasta el barro sus cabezas ante Perón y su mujer, proclamada Jefa Espiritual de la Nación; apareció por doquiera el lema de 'Evita dignifica', maestras y maestros de escuela escribieron textos de lectura en que enseñaban a los niños a equiparar esa mujer de conocidos antecedentes a la Virgen María".