Angelelli también participaba de las discusiones en el patio del Hogar Sacerdotal. "Todas las tardes -dice Vélez-, desde las cinco y media o seis, ellos comenzaban a cebar: El mate circulaba en ronda entre los que se iban incorporando a medida que llegaban de sus respectivas actividades. Había dirigentes gremiales y estudiantiles, curas, profesionales...Y el gordo Maza se destacaba: era una persona muy especial; conocía a fondo la historia de nuestro pueblo y, como peronista de la época, era un fervoroso revisionista. Leía muchísimo y también desarrollaba una intensa práctica política, siempre en estrecho vínculo con los más humildes. Era un cristiano comprometido que se expresaba políticamente, apasionadamente, como peronista revolucionario.
Según Gaudio, hubo "tres vertientes distintas que confluyeron en la lucha armada:
1. El Hogar Sacerdotal, con jóvenes más mesiánicos, ortodoxos, que desembocan en Montoneros. Y con curas como Elvio Alberione, que sostenían que el compromiso político debía ser más bien institucional, en tanto cura. Yo estaba en contra de eso: creía que el compromiso debía ser individual, personal.
2. En Cristo Obrero también se incubaba un compromiso político que desemboca en la vía armada, no democrática, para tomar el poder, pero no con una presencia eclesiástica, como la anterior, sino cristiana individual.
3. Algo parecido se dio en la UCA, donde se vuelcan más al ERP; los más inteligentes para mí. A la UCA asistía lo más granado de la aristocracia cordobesa, y ahí surgió una vertiente que optó por la violencia, por la vía revolucionaria, con el argumento de que la violencia de arriba debe ser combatida con la violencia de abajo. Era también un espíritu de época, que indicaba, por ejemplo, que la democracia formal no era más que un Caballo de Troya de los que realmente iban a cambiar la sociedad".