Horacio Lema Galiano
Con base en los preocupantes actos de narcoterrorismo urbano surgidos en las últimas semanas, en las principales ciudades del país, especialmente Cali y demás ciudades del Valle del cauca. Podemos asegurar quienes somos estudiosos en temas de seguridad y defensa nacional que, se trata de una gran arremetida narcoterrorista a nivel urbano, apoyada por jóvenes en su mayoría despistados e ignorantes de la realidad que se está dando en el país, que no es otra diferente a la toma del poder mediante todas las combinaciones de lucha.
No son, por demás inoportunas las declaraciones del político líder del cartel de los soles vicepresidente del partido socialista unido de Venezuela, quien afirmo: “Nosotros vamos a defender nuestro territorio, pero la guerra se la vamos hacer en territorio de ustedes”. De igual forma no debemos ignorar las afirmaciones hechas por Santos, donde cínicamente lanzo una amenaza al sector mayoritario del país que, no estuvo de acuerdo con las falsas negociaciones de paz, donde afirmo: “si el plebiscito no se aprueba volvemos a la guerra. Y creo que la guerra se trasladaría a las ciudades”. Hoy vivimos esa realidad, el conflicto se trasladó a las principales ciudades, donde a partir del 28 de abril se inició una arremetida del narcoterrorismo urbano y estamos a finales del mes de mayo y la acción terrorista continua. ¿Muchos amigos y familiares nos preguntan, bueno y esto hasta cuándo irá? Por eso podemos afirmar con seguridad absoluta que, las personas en su mayoría buenas desconocen la realidad del país, y otro grupo numeroso especialmente jóvenes, no se dan cuenta que están siendo utilizados para distraer la atención con supuestas marchas de reivindicación social. Esta actividad engañosa ha sometido a nuestra policía nacional por falta de decisión, presumiblemente del mismo gobierno nacional, y su mesura incomprensible con apego a los DDHH de los bandidos y han llevado a nuestros policías a combatir el desorden público en desigualdad total, respecto a las armas que utilizan los narcoterroristas y que están causando pérdidas de nuestros hombres innecesariamente.
En los últimos días fueron capturados más de 25 entre cabecillas y narcoterroristas urbanos, a los cuales se les han incautado fuertes sumas de dinero en efectivo, producto de las ganancias del narcotráfico, destinadas al pago a personas desadaptadas para llevar a cabo actos terroristas y destrucción de las entidades del estado, de igual forma se han decomisado armas de fuego, explosivos, bombas incendiarias, artefactos explosivos entre otros. Ese conflicto rural donde destruían poblaciones enteras y asesinaban un número significativo de personas, lo han trasladado a las ciudades, por ello hay destrucción, asesinato y muerte. Entendamos que los protocolos que hoy utiliza nuestra policía nacional solo han servido para sacrificarlos frente a verdaderos asesinos, quienes han utilizado armas de fuego incluso fusiles y bombas incendiarios para quemarlos, esto no ocurre si no en Colombia, en ningún otro país del mundo utilizan la autoridad legítima del estado privándolos de su enmienda constitucional que los protege para garantizar el orden. Hoy es necesario utilizar nuestras fuerzas de comandos urbanos preparados, entrenados y con experiencia con la utilización de los protocolos de conflicto urbanos para, neutralizar a estos grupos de narcoterroristas, que nada tienen que ver con las marchas o protestas pacíficas y menos con los despistados promotores del llamado paro nacional, quienes trabajan para el comunismo internacional si medir las consecuencias.
En escrito anterior se dejó claro que el paro no tiene sustento jurídico ni constitucional, por ello me remito insistir en que el paro y derecho a la protesta violenta no existe. Miremos el Articulo 37 de la Constitución Nacional que, a la letra dice “toda parte del pueblo puede reunirse pública y pacíficamente. Solo la ley pondrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”. Con esta arremetida del terrorismo, desatada por las redes urbanas del ELN Y FARC fundamentalmente y apoyados por los presuntos comandos petristas y en el campo político por los políticos de izquierda que ya no esconden sus intenciones subversivas. La guerra cibernética nos la están ganando y han propiciado a través de 7.000 cuentas con servidores ubicados, información permanente y falsa sobre la actuación de nuestra policía nacional, donde a través de montajes inconcebibles presentan violaciones de DDH de nuestras autoridades legítimas.
Estos países fueron identificados, así: Bangladesh, México y Venezuela principalmente. Todas las acciones violentas terroristas ocurridas en el mal llamado Paro Nacional en las últimas semanas son propias de ataques terroristas llevados a cabo por los mismos grupos terroristas que llevan más de 60 años desangrando y destruyendo el país, tales como: ataque a la fuerza pública, quema y destrucción de instalaciones públicas, sometimiento de la ciudadanía al temor y presión psicológica, bloque de las vías y retenes ilegales pero a nivel urbano, para impedir la entrada de alimentos, medicamentos y combustibles básicamente, secuestro y reclutamiento de menores.
Todas estas acciones violentas que han venido desarrollando en el área rural, las han traído a las ciudades como la denominada guerra urbana, planteada en la estrategia marxista, la revolución del campo a las ciudades. En conclusión, las FFMM la Policía con apoyo de la fiscalía general de la republica deben desplegar sus fuerzas para combatir y destruir las células urbanas narcoterroristas de las FARC (nueva marquetalia) y ELN, tal como se está haciendo en este momento en Cali y departamento del valle, con contundencia e integración de fuerzas que les permita la seguridad y el control total, que está esperando toda la sociedad colombiana que siempre ha confiado en sus autoridades con demostración de lealtad y agradecimiento.
Gracias populistas radicales porque han mostrado los dientes con caries profundas al pueblo colombiano y, ya conocemos que es un sistema dictatorial y sanguinario que esclaviza a los pueblos.