Según el derecho internacional, un genocidio es un crimen que implica la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo humano por razones de su nacionalidad, etnia, raza o religión
Para que se considere que se ha cometido un genocidio, se deben cumplir dos elementos: el acto material y el elemento mental. El acto material consiste en realizar alguna de las conductas tipificadas en el artículo 6 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que son: matar a miembros del grupo, causarles lesiones graves físicas o mentales, someterlos a condiciones de vida que puedan provocar su destrucción física, adoptar medidas para impedir los nacimientos dentro del grupo y trasladar por la fuerza a niños del grupo a otro grupo. El elemento mental consiste en tener la intención específica de destruir al grupo como tal, total o parcialmente. Esta intención debe probarse con evidencias que demuestren el plan, el propósito o la motivación del autor o los autores del genocidio.
El genocidio es uno de los crímenes más graves que pueden juzgarse ante la Corte Penal Internacional, que es el órgano permanente encargado de investigar y procesar a los responsables de los crímenes de genocidio, de lesa humanidad, de guerra y de agresión. La Corte Penal Internacional tiene competencia para conocer de los casos de genocidio cuando el Estado en cuestión es parte del Estatuto de Roma, cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas le remite la situación o cuando el Estado acepta la jurisdicción de la Corte de forma ad hoc. La Corte Penal Internacional puede imponer penas de prisión de hasta 30 años o de cadena perpetua, así como multas y decomisos de bienes y activos. Además, la Corte puede ordenar reparaciones a las víctimas y a sus familiares, tales como indemnizaciones, restituciones, rehabilitaciones o medidas de satisfacción y garantías de no repetición.
El genocidio es un crimen que atenta contra la dignidad y la diversidad de la humanidad, y que debe ser prevenido y sancionado por la comunidad internacional. La memoria y la justicia son herramientas fundamentales para evitar que se repitan estos actos de barbarie y para promover la reconciliación y la paz entre los pueblos.