"Desde ahora, la lucha no se librará por las colonias y los derechos nacionales, sino por las almas de los hombres. No habrá ya espadas desenvainadas a medias, ni lealtades divididas, no generosos golpes de novata tolerancia: ni siquiera habrá grandes herejías, porque las herejías se basan en una aceptación parcial de la verdad. Las líneas de batalla están ya diseñadas con toda claridad y los problemas básicos no inspiran dudas. Desde ahora, los hombres se dividirán en dos religiones, entendidas también como una rendición a un absoluto. El conflicto del futuro se planteará entre el absoluto que es el Dios-hombre, y el absoluto que es el hombre-Dios; el Dios quien se convirtió en hombre y el hombre que hace de sí mismo un Dios; hermanos en Cristo y camaradas en Anticristo"
(Mons. Fulton J. Sheen)