Teoría de los maniqueos
4. Erraron, pues, los maniqueos cuando dijeron que antes de la creación del mundo había un linaje de las tinieblas que se rebeló contra Dios. Creen los infelices que en esta guerra no pudo el Dios omnipotente defenderse contra ellos de otro modo que arrojando una parte de su sustancia divina. Los príncipes de aquel linaje, según ellos, devoraron parte de la sustancia divina y así quedaron sosegados de modo que pudo fabricarse el mundo a partir de ellos. Explican así que Dios logró la victoria con grandes calamidades, tormentos y desventuras de sus miembros. Pues, según añaden, los miembros divinos tuvieron que ser asimilados por las entrañas tenebrosas de aquellos príncipes para calmarlos y mitigar su furor. No entienden que su secta es tan sacrílega que presenta al Dios omnipotente luchando con las tinieblas, no por medio de las criaturas que Él creó, sino con su propia sustancia, lo que es realmente sacrílego. Y no solo esto, sino que añaden que los vencidos se hicieron así mejores, pues quedó mitigado su furor, aunque la sustancia divina, que venció, se envileció. Más aún, dicen que, al mezclarse con las entrañas tenebrosas, la sustancia divina perdió el entendimiento, la bienaventuranza y quedó sumida en grandes errores y desventuras. Y aunque expliquen que, al fin, toda la sustancia divina quedará purificada, afirman una gran impiedad contra el Dios omnipotente, cuya sustancia creen que ha sufrido errores y castigos sin culpa alguna. Incluso, los infelices se atreven a decir que no toda la sustancia se podrá purificar, y que esa parte no purificada contribuirá al bien de su portador al quedar envuelta y sepultada en el mal. Así siempre habrá una parte desventurada de Dios, porque aunque en nada delinquió quedará sujeta, para siempre, a la cárcel de las tinieblas.
Esto dicen los maniqueos para seducir a las almas sencillas. Pero ¿quién será tan ingenuo que no vea que todo esto es un sacrilegio, pues se afirma que el Dios omnipotente, vencido por la fatalidad, tuvo que entregar una parte propia, buena e inocente, para verse envuelta en tantas desventuras y mancillada con tanta inmundicia, de modo que no pueda libertarse del todo y, así, sin poder liberarse quede sujeta a cadena perpetua? ¿Quién no execrará todo esto? ¿Quién no comprenderá que es algo impío y nefando? Pero ellos, cuando captan a alguien, no comienzan por decirle esto, puesto que, si así lo hicieran, todos se burlarían de ellos y les abandonarían, sino que comienzan por seleccionar los pasajes de la Escritura que los sencillos no entienden, y así les engañan, como a almas inexpertas, preguntándoles que de dónde viene el mal. Así lo hacen, por ejemplo, con este pasaje en el que dice el Apóstol: Los gobernadores de estas tinieblas y los espíritus malos que habitan en el cielo 14. Vienen, pues, estos seductores y preguntan a un hombre que no entiende las divinas Escrituras cómo pueden estar en el cielo los gobernadores de las tinieblas, para que, al no saber responder, sea arrastrado por ellos al engaño, pues toda alma ignorante es curiosa. Mas quien conoce bien la fe católica y vive protegido por las buenas costumbres y la verdadera piedad, aunque no conozca su herejía, sabe cómo responderles. Pues nadie puede engañar al que conoce lo que atañe a la fe católica, difundida por el orbe de la tierra, ya que ella vive segura, bajo el gobierno de Dios, frente a los impíos y pecadores y frente a los mismos católicos negligentes.