A través de los estudios de caso, la doctrina ha constatado que las relaciones entre grupos terroristas y criminales organizados han experimentado un salto en cuanto a su naturaleza e intensidad con respecto a épocas anteriores, cuando las características que ambos actores compartían ya propiciaban procesos de cooperación. En concreto, una vez revisada la doctrina más relevante sobre esta materia, podríamos identificar tres factores como los más determinantes a la hora de propiciar procesos de cooperación entre el crimen organizado y grupos terroristas: la financiación de los grupos terroristas en la actualidad, la dinámica de descentralización que presentan ambos actores y, por último, los contextos estatales de fragilidad en los que pueden actuar.
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