La concepción político-religiosa de Perón
(del libro: "La iglesia nacional peronista" de Roberto Bosca)
Pasar revista a las creencias religiosas de Perón y Evita no es un mero entretenimiento intelectual sino una verdadera clave para entender el núcleo del complejo tema en estudio, que consiste en la naturaleza del peronismo como un movimiento político-religioso y consecuentemente forjador de una Iglesia nacional.
UN ROSTRO BIFRONTE
Antes de abordar el punto conviene recordar que Perón, como el dios Jano, presenta dos caras al mismo tiempo. Dos caras de una sola y misma realidad. Este hecho es importante, puesto que si no es tenido en cuenta puede desorientar la constatación de actitudes ambiguas o incluso totalmente contradictorias en el personaje como el trato amistoso con eclesiásticos que practicó asiduamente en distintas épocas de su vida por una parte (el jesuita Hernán Benitez y los mercedarios Moya y Pratto, entre otros) y sus invectivas reiteradas y permanentes contra la Santa Sede por la otra. Esa misma dualidad queda reflejada en dos testimonios que vale la pena considerar. El primero es del primer ministro Inglés Winston Churchill, para quien
fue "el primer hombre que se dice católico e incendia iglesias".
El segundo es un relato anecdótico del italiano Indro Montanelli que muestra el perfil psicológico-religioso de Juan Domingo Perón en este aspecto. El relato refiere conversaciones del presidente con el nuncio, en la que Perón se confiesa católico. Estas protestas de fe religiosa terminan convenciendo al bienintencionado prelado -sigue relatando Montanelli- aunque desmintiera rotundamente tales expresiones con los hechos. Pero para el escritor italiano, Perón no es un embustero, y obraba con buena fe en sus declaraciones confesionales. Tal vez llora de verdad -supone el periodista- ante el crucifijo y el retrato de Evita; casi se golpea el pecho y llora, pero cuando le notifican que un cura h hablado mal de él o de su difunta, abre el balcón de la Casa Rosada y anuncia la cruzada contra la Iglesia. ¿Con quién está Perón?, se interroga finalmente Montanelli, para concluir certeramente:
CON ÉL MISMO
Este último concepto ilumina la comprensión de todo el conflicto.