LA FALSA OPOSICIÓN (1/2) (CNEL. CHATEAU JOBERT)

 Desde el momento en que se identifica a a la Revolución, parecería fácil que cada uno pudiera descubrirla y dirigirse contra ella contraatacando las posiciones de los revolucionarios y de sus gobiernos. Podría ser así. Desgraciadamente ciertos hombres, fingiendo atacar el sistema revolucionario, en realidad constituyen su pantalla protectora, gracias a la cual la Revolución escapa a los golpes.

Su oposición es falsa. Sólo apunta a personajes, a procedimientos y a actos del clan de la Subversión, pero se cuidad de designar como enemiga a la Revolución. De suerte que no puede esperarse ningún resultado positivo, ya que jamás debilita a la causa determinante del mal. Esa oposición así caracterizada contra el régimen denigrado, degenera en polémicas políticas que nunca abordan el fondo del problema y, finalmente, le dan ventajas a la Revolución al dirigir a numerosas tendencias Contrarrevolucionarias hacia vías sin salida.

Esta falsa oposición no es solamente el producto de inconscientes o de ignorantes. Con mucha frecuencia está conducida por revolucionarios muy conscientes de serlo. Así vemos a una prensa que está en manos de potencias de la alta finanza, jugar a la "oposición" -porque ese juego le asegura una buena clientela-, ¡pero se guarda muy bien de ir más lejos! No resulta creíbles que el Sr. Y, director de ese gran periódico, ataque por nada del mundo a un Sistema que tanto le conviene. Bastará, para convencerse dejar al descubierto sus vinculaciones políticas, masónicas y bancarias.

Son numerosos los oportunistas de la oposición que alimentan libros y gacetas con sus escritos. Los hombres simples y honestos, frente a su literatura, a veces dan prueba de una ingenuidad que raya en la necedad porque, cuando un organismo o un periódico se proclama de espíritu "revolucionario y socialista", por ejemplo, públicamente expresa el carácter ficticio de su oposición al Sistema. Los hombres, desgraciadamente, a menudo se contentan con la satisfacción de artículos que les permiten desagotar su bilis y, así, su energía potencial se desvía a través del simple hecho de haber saciado su ira.

Y, aún, esta falsa oposición es la que garantiza más seguramente el relevo revolucionario por intermedio de todos los organismos, periódicos y políticos acerca de los cuales uno se pregunta siempre cómo es posible que no se prohíban sus palabras o sus escritos que tanto vituperan a los gobiernos. Se encarnizan contra los hombres en el poder, pero no contra las ideas revolucionarias.