RESUMEN
Las investigaciones sobre el fenómeno peronista han tenido un crecimiento notable en los
últimos años. En este sentido, la cuestión religiosa ha ocupado un lugar de relevancia en
los estudios que se han abocado al esclarecimiento de las relaciones entre religión y
política en el período 1943- 1955 de la historia argentina.
La presente ponencia intenta discutir sobre la lógica de acumulación religiosa existente en
el movimiento nacional justicialista, discutiendo sobre el contenido del proceso de
dislocación entre el peronismo y lo religioso, proceso que en algunas ocasiones supuso el
advenimiento de un misticismo plebeyo y en otras el proyecto de conformación de una
iglesia nacional.
El tema específico nos sirve a su vez para plantear la relevancia y pertinencia del enfoque
sociológico en la aproximación de los fenómenos histórico- religiosos.
PONENCIA
Introducción
“El cristianismo práctico justicialista se constituía entonces en la nueva religión
nacional que quería reivindicar la legitimidad del cristianismo auténtico, por
contraposición al catolicismo romano que habría desvirtuado supuestamente la
original pureza evangélica. El peronismo reclamaba la exclusiva legitimidad del
cristianismo. En cuanto a la relación del gobierno peronista con los cultos no
católicos, la política religiosa claramente favorable hacia ellos de los tiempos del
conflicto con la Iglesia Católica no podría mirarse solamente como una actitud
tendiente a mostrar hostilidad hacia el catolicismo, sino que se trataba de algo
quizá más profundo que una ofuscación circunstancial. El justicialismo parecía
querer asemejarse al Imperio Romano, donde todas las creencias eran
admitidas con tal que reconocieran la supremacía de la religión estatal”.
Roberto Bosca, “La Iglesia Nacional Peronista”.
“Hay una enorme distancia en tiempo histórico y circunstancias (entre el 43-44)
del nacionalismo católico y aun catolicismo a secas, triunfalista, y de hombres
de confianza e intelectuales orgánicos de la Iglesia ocupando lugares claves del
aparato cultural, como Martínez Zuviría en el Ministerio de Educación, y aun
proponiendo programas de desarrollo y gobierno, y el secularismo rampante
iniciado en el 54 y culminado en el 55, con Méndez San Martín en el Ministerio
de Educación. La C.G.T. denunciando la infiltración y enfrentando públicamente
a la Iglesia, y aunque más no sea como un signo curioso y contrastantes las
agresivas notas escritas en el diario Democracia por Víctor Almagro (Jorge
Abelardo Ramos). Hasta terminar en lucha de calles, bombardeos desde
aviones pintados con lábaros y en el incendio de templos en el centro de
Buenos Aires. Entre estos dos extremos ha emergido el peronismo, que incluyó
entre su personal político e intelectual a muchos católicos orgánicos, y a otros
tantos de formación y cultura católica, pero también a multitud de otros que no
lo eran: el grueso de los cuadros sindicales de tradición no religiosa, e incluso
anticlerical, que sin embargo no plantearon problemas sobre ese frente durante
casi una década; también numerosos políticos de perspectiva secular; y sobre
todo promovió a personas de origen popular cuya lealtad al peronismo
supondrá una mística plebeya y cuasi religiosa”, Floreal Forni, “Catolicismo y
peronismo”.
Si la relación entre peronismo y catolicismo fue lo suficientemente compleja como para evitar
considerar al primero tanto como un simple heredero de la «nación católica» como un
adversario consubstancial del catolicismo argentino, en el conocimiento de la incidencia de lo
religioso en el peronismo podemos plantear una serie de interrogantes cruciales: ¿cuál fue el
destino de las formas religiosas en las creencias y prácticas peronistas? ¿Qué canales
positivos transitó la religión en el peronismo una vez que éste se proclamó tan continuador
del mensaje de Jesús como prescindente de la institucionalidad eclesiástica romana? En
otras palabras, esta prescindencia, ¿difumina la religiosidad en formas laxas, inestables,
híbridas, iconoclastas y a veces anticlericales, o reinstaura la disciplina burocrática religiosa
en una cristalización objetiva, reglamentada, y disciplinariamente autónoma?
Estas reflexiones, basadas en un trabajo de investigación sobre las relaciones entre religión y
política desde 1943 hasta 1955 en Argentina y en Mendoza,1
también se orientan hacia
finalidades conceptuales: reconocer el valor de los aportes sociológicos en el estudio y
esclarecimiento de objetos históricos donde la mixtura entre lo «temporal» y lo «espiritual»
aparece en sólidos tejidos como en enfrentamientos agudos entre proyectos diferenciados.
PERONISMO: LA MAYOR AMENAZA REVOLUCIONARIA DE ARGENTINA