Florecillas liberales para el gobierno de Milei - Antonio Caponnetto

Hace unos día, el 22 de enero, con ocasión de escribir una nota titulada “El progresismo alucinado de Milei”, mencionaba al pasar que, hasta Sarmiento y Mitre, dos columnas herculeanas de nuestro liberalismo, habían tenido sus fundadas prevenciones sobre los judíos y sus proyectos colonizadores de nuestro país. Es más, habían tenido sus prevenciones sobre el capitalismo judaico y los bienes que el mismo pudiera acarrearnos. Hoy, que en nombre del liberalismo, el gobierno se exhibe impúdicamente como una hortera lamebotas de Israel, y enajena nuestra soberanía en beneficio de los hijos de Sión, conviene recordar algunos de esos textos. Sobre todo, porque son muchos los que nos han interrogado con asombro e incredulidad, sobre la existencia de tales testimonios. Va, en dos líneas, lo recopilado en una primera selección:


Bartolomé Mitre

El 14 de agosto de 1889, llegaba a Buenos Aires el primer lote de inmigrantes judíos provenientes de Rusia. El 17 de agosto, el diario La Nación, dirigido por Bartolomé Mitre, da su beneplácito a la noticia de que el visitador de desembarco señor Lix Klett, decidió el rechazo de 150 familias judías llegadas en el vapor Weser, en vista de considerarlas “como una inmigración perjudicial”.

Pocos meses después, el 30 de noviembre de 1889, escribe: “esperamos que no vengan más, traídos con pasajes subsidiados para darnos quebraderos de cabeza”.

Dos años después, el 1 de noviembre de 1891, se opone a la colonización masiva que proyectaba el barón de Hirsch, quien había fundado la Jewish Colonization Association, en Londres, que produciría el asentamiento de miles de judíos en Entre Ríos, Santa Fe y oeste de la provincia de Buenos Aires. Entonces escribe Mitre: “Si el objeto de Hirsch es llevar a los judíos a un país donde no los persiguen, ¿cómo los pueden traer aquí donde son tan rudamente discutidos y no se ha expresado nadie a su favor? ¿No es exponerse a que dentro de pocos años estén en las mismas o peores condiciones que las que los obligan a venir? [...] El Poder Ejecutivo parece que no se ha preocupado poco ni mucho de la calidad de la inmigración que en grandes proporciones se pretende introducir en el país. Todos los informes son desfavorables a la nueva población que ha de venir a incorporarse a nuestra vida; en todas partes donde los judíos  se han reunido en número considerable han provocado cruzadas en su contra; se afirma sobre la base de hechos innegables que, en general, son sucios, indolentes, ineptos para las labores agrícolas”

Tras calificar el proyecto de colonización judía como “concesión vergonzosa”, “contrato irregular” y “proyecto  humillante”, el 15 de noviembre de 1891, vuelve a escribir: “No se ha emitido todavía, ni aquí ni en otra parte, una sola opinión favorable a los judíos en lo que se refiere a sus aptitudes para el trabajo material y especialmente para el trabajo agrícola[...]. Sólo se dedican por entero a leer el Talmud. La peor inmigración es la de los judíos que no reúnen ninguna de las aptitudes que se exigen en un país como  el nuestro”.


Domingo Faustino Sarmiento

“El pueblo judío, esparcido por toda la tierra, ejerce la usura y acumula millones, rechazando la patria en que nace y muere por una patria ideal que baña escasamente el Jordán y a la que no piensa volver jamás. Este sueño, que se perpetúa hace veinte o treinta siglos, pues viene del origen de la raza, continúa hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que viven, pero que no forman parte”

“Hay que perseguir á la raza semítica que con Cahen, Rostchild, Baring y todos los sindicatos judíos de Londres y de París nos dejan sin banca; y los judíos Joachim y Jacob, que pretenden dejarnos sin patria, declarando á la nuestra, artículo de ropa vieja negociable y materia de industria” .

“¡Fuera la raza semítica! ¿Ó no tenemos tanto derecho como un alemán, un cualquiera, un polaco para hacer salir del país á estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria, ocupados solo de ganar el pan con el sudor de su rostro?”  

 “A ser posible esta quimera, tendríamos otra: el pueblo judío esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acumulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un ideal que baña escasamente el Jordán, y á la que no piensan volver jamás. Este sueño que se perpetúa hace veinte ó treinta siglos, pues viene desde el origen de la raza, continúa hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en  que viven, pero de que no forman parte; y ahora mismo en la bárbara Rusia como en la ilustrada Prusia se levanta un grito de repulsión contra este pueblo que se cree escogido y carece del sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego á la tierra, el culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde quiera que se producen” (Domingo Faustino Sarmiento, Condición del extranjero en América, Buenos Aires, Librería La Facultad [Biblioteca Argentina, Director Ricardo Rojas], 1928. p. 260-261. También se puede consultar, Domingo Faustino Sarmiento, Obras Completas, Buenos Aires, Imprenta y Litografía Mariano Moreno, 1900, p. 177.)

Antonio Caponnetto


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