Otro aspecto allegado a esa mística idolátrica se manifiesta en cantidad de cartas adjuntando fotografías que muestran familias humildes, rodeando altares donde se exhiben y velan las efigies sonrientes de los nuevos ídolos. Valorizan las reverenciadas estampas del "líder" y de la "jefa espiritual" -como el agua del Jordán o las imágenes sagradas del santoral cristiano-, las rúbricas auténticas o de falsa autenticidad de las histriónicas deidades.
El diputado radical Mauricio Yadarola leyó en la Cámara de Diputados de la Nación durante el agitado debate parlamentario del 19 de mayo de 1955 una oración que adujo haber sido publicada en el diario Democracia del 14 de febrero de 1955. Aunque se ha negado la veracidad de la publicación e incluso de la misma oración, lo cierto es que, sea o no real el texto, una devoción religiosa a Eva Perón es una realidad aún no desaparecida del todo entre los peronistas.
Dios te salve, María Eva
Llena eres de gracia;
todo el pueblo está contigo.
Bendita seas tú entre los niños, entre los hombres y las mujeres,
y bendito el fruto de tu ingenio "La razón de mi vida".
Santa María Eva, madre del justicialismo
ruega por nosotros, trabajadores
ahora, y más aún en la hora de nuestras reinvindicaciones.
Así sea.
Probablemente la oración sea efectivamente falsa y traída a cuento como un arma de desprestigio contra Evita; sin embargo, no es posible desconocer que hay en la cuestión un núcleo de verdad: Evita representaba algo casi sobrenatural para sus seguidores, o por lo menos un ser revestido de cualidades por encima del común. Hubo entre los parlamentarios peronistas quien llegó a jurar por Eva Perón, suplantando la tradicional invocación de la divinidad ante cuya autoridad sagrada se asumía un compromiso público en forma solemne. Como en el nacional-socialismo, en la nueva religión peronista la catequesis de los niños también se realizaba enseñando a los párvulos oraciones sencillas que incluían los contenidos ideológicos del régimen, mediante la instrumentación política de la maquinaria educativa estatal:
Los alumnos de primer grado leían "Ave, Eva" en la primera página de sus textos de lectura bajo una ilustración de Eva rodeada por ángeles. Los textos de segundo grado comenzaban con las palabras de un niñito que, desde una ilustración de la primera página, se dirigía a la difunta primera dama: "Madrecita nuestra, que estas en los cielos...Hada buena que ríes entre los ángeles...Evita: te prometo que seré bueno". A la muerte de Eva, una revista infantil condujo a sus jóvenes lectores en una plegaria similar:
"Evita, nuestro amor que estás en el Cielo, que tu Bondad siempre nos acompañe. Que continúes protegiendo nuestros sueños y nuestros juegos desde la estrella más cercana. Que continúes procurándonos aquello que no tengamos. Que continúes intercediendo entre Dios el Padre Todopoderoso para que nuestros mayores nunca carezcan del fructífero trabajo. Que continúes enseñando y guiando a nuestra Patria, Justa, Libre y Soberana".
El paralelismo con la imagen de la Virgen María resulta evidente en la iconografía y los contenidos de los textos escolares:
Los maestros, como lo subrayó Franceschi más adelante, ya no eran devotos de las enseñanzas de la Iglesia, sino que "escribieron textos de lectura en los que se enseñaba a los niños a equiparar esa mujer de conocidos antecedentes", como él denominaba a Eva Perón, "con la Virgen María".
Hasta la saciedad se ha puesto de resalto esa identificación religiosa y así era enseñada a los niños, como más adelante se verá:
Pronto publicarán un texto para las escuelas primarias titulado Eva de América, Madona de las humildes. Y los chicos tendrían que repetir a coro: "Era una santa. Por eso voló hacia Dios". Un grabado del libro representaba a unos niños que miraban nostálgicos una estrella en forma de crusz, resplandeciente en la noche.