HOY VIVIMOS LAS CONSECUENCIAS DE HABER EXPULSADO A DIOS DE LA SOCIEDAD...Y DE GRAN PARTE DEL NACIONALISMO ARGENTINO
Si Dios no existe, ninguna autoridad soberana impone el deber, ninguna justicia infinita recompensa a los buenos y castiga a los malos como conviene; el hombre sin deberes, libre del temor del castigo y sin esperanza de recompensa, no tiene por qué no dar rienda suelta a sus pasiones. Se da fin a toda moral.
Una moral es esencialmente una regla de vida que obliga a un ser libre, prescribiéndole ciertos actos y prohibiéndole otros. Esta regla, obligatoria como toda ley, supone un legislador que la dicte, un juez que la aplique, un remunerador que recompense a los que la observan y castigue a los que la violan.
Si falta Dios, no hay ni legislador, ni juez, ni remunerador de la virtud, ni castigador del vicio; el hombre queda entregado a sí mismo y a sus torcidas inclinaciones.
La ley moral sin sanción carece de autoridad y será despreciada siempre que demande esfuerzos penosos y sacrificios.
-Se nos dirá: ¿Y la conciencia?...
-Si la conciencia, que manda o prohíbe, no es el eco de la voz de Dios, ahogaremos sus gritos y no la obedeceremos.
La conciencia nada significa si no habla en nombre de un superior. Si Dios no existe yo desafío a todo el mundo a que se me muestre una ley que me obligue en conciencia. ¿Quién me impide satisfacer todas mis pasiones? ¿Con qué derecho viene un hombre a imponerme su voluntad?...Dios es el principio de donde dimanan todos los derechos y todos los deberes. Sin Dios, un niño será, con el tiempo, un mal hijo, un mal padre, un mal esposo, un mal ciudadano, el primero de los impíos, el último de los hombres. Será un joven sin buenas costumbres, un hombre maduro sin conciencia, un viejo sin remordimiento, un moribundo sin esperanza.
P. A. Hillaire